El Blog de Jan

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"Quién habló de victorias, sobreponerse es todo"

R.M. Rilke

 

 

El nacimiento de un hijo es un acontecimiento unido a sensaciones extremas.


Hoy en día el diagnóstico prenatal nos permite conocer las probabilidades de que el niño nazca con ciertas enfermedades o síndromes.


Sin embargo, ningún test de los actualmente existentes puede proporcionarnos seguridad, entre otras cosas porque hay enfermedades o discapacidades que no pueden reconocerse hasta después del nacimiento. Algunas no se manifiestan hasta pasados unos meses o años. Y muchas se producen durante el parto.


Es difícil describir el sufrimiento de los padres que tiene que enfrentarse a uno de estos diagnósticos.

Se suele decir que el nacimiento de un hijo nos cambia la vida, pero esto es cierto, sobre todo, en el caso de que nuestro hijo tenga alguna discapacidad, enfermedad terminal o crónica.


Nuestras prioridades sufren en poco tiempo una reestructuración radical.


Un diagnóstico así es un schock equiparable a un trauma. Muchas veces el soporte familiar no basta y precisamos de apoyo de profesional para integrar el acontecimiento y ser capaces de volver a llevar una vida mas o menos normal.

 En una situación así nuestro estado de ánimo atraviesa fases comparables a las de un duelo (negación, ira, negociación, tristeza, aceptación, Kübler-Ross).

 

Estas fases, contrariamente a lo que antaño se suponía, no se suceden necesariamente en este orden. Es posible saltarse alguna, quedarse estancado en cualquiera de ellas o alternar entre dos sin llegar nunca a la fase de aceptación.

 

Entre las infinitas posibilidades de enfrentarse a un acontecimiento como este está la de escribir sobre él y compartir la experiencia.

 

A parte del efecto terapeutico de la escritura es sabido es que no hay ninguna medicina comparable al apoyo social.

 

He aquí un intento de aceptar lo inaceptable....

 

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