El Profesor Dr. Felitti, médico internista y especialista en métodos anticonceptivos del Departamento de medicina preventiva del Sur de California, comenzó a trabajar en un proyecto- en 1985- cuyo objetivo era ayudar a pacientes obesos a perder peso.
Con el paso del tiempo, le sorprendió la cantidad de gente que abandonaba, sobre todo teniendo en cuenta que los desertores solían ser aquellos que con mayor efectividad estaban adelgazando.
Intrigado por este paradójico efecto, Felitti comenzó a investigar sobre sus posibles causas.
Lo que descubrió fue que una gran parte de sus pacientes había sufrido maltrato o abuso sexual en la infancia y algunos parecían utilizar la obesidad (no siempre de forma consciente) como escudo para defenderse de (temidos) futuros ataques sexuales o violentos no deseados.
Aquí veríamos como lo que en principio se consideraba el problema -la obesidad- resultaba ser más bien la solución que estos individuos habían dado a su problema (mucho mas profundo e inaccesible, en parte por tratarse de tabús y temas que la sociedad -incluidos los profesionales de la salud- prefiere ignorar).
La resistencia a adelgazar observada en estos pacientes se explicaría con el concepto de "ganancia secundaria". En psicología se entiende por ganancia secundaria las ventajas que un individuo obtiene de su enfermedad, que en este caso sería la protección (contra posibles ataques sexuales). Al adelgazar los obesos perdían esta protección y comenzaban a sufrir todo tipo de síntomas.
Sobre la base de estas observaciones nació el proyecto ACE cuyo objetivo es encontrar correlaciones entre experiencias adversas en la infancia y problemas de salud.
Pero, ¿cuáles son exactamente experiencias adversas? Los directores del proyecto proponen las siguientes:
- Haber sufrido durante la infancia -cuanto mas temprano sea el abuso mas hondas serán sus huellas, pues más interferirá en el desarrollo normal del cerebro- maltrato físico, emocional o sexual
- haber vivido con una persona adicta al alcohol o a las drogas
- haber tenido un progenitor que sufriese alguna enfermedad psíquica o suicida
- haber tenido una madre (o padre) que agrediese o fuese indiferente a las necesidades emocionales del niño o
- haber tenido un progenitor en la carcel
Por mi parte me atrevería a añadir que además de estas experiencias límite (más o menos fáciles de averigüar en una entrevista psicológica o médica) existen otras formas de maltrato o negligencia psíquica, muchísimo mas sutiles y mas dificiles de dilucidar, con efectos muy similares si prolongan en el tiempo. Pero esta es otra historia y debe de ser contada en otra ocasión.....
Cuantas más experiencias adversas de este tipo hayamos sufrido, mayor será nuestra predisposición a sufrir de obesidad, depresión, suicidio, enfermedades psíquicas, metabólicas y cardiovasculares. He aquí algunos datos (extraídos del capítulo del libro del psiquiatra B.Perry „Born for Love“).
Comparado con no haber tenido ninguna, haber tenido cuatro o más experiencias adversas aumenta nuestro riesgo de:
accidentes cardiovasculares: 220%
infarto cerebral: 240%
diabetes: 160%
bronquitis crónica o enfisema: 390%
depresión: 460%
suicidio (o intento de suicidio) 1220%
ser fumador en cadena 220%
adicción a drogas ilegales 470%
adicción al alcohol 740%
adicción a drogas inyectadas (p.e. Heroína) 1030%
Estas correlaciones entre experiencias adversas y salud son de una magnitud muchísimo mayor que la mayoría de las que se encuentran entre las típicamente combatidas por las autoridades sanitarias, como por ejemplo, fumar.
(En la página WEB www.acestudy.org se puede leer sobre este proyecto en varios idiomas, así como calcular nuestro índice de ACE).
Personalmente me parece inaudito que la opinión pública esté tan sumamente desinformada sobre esto. Yo misma, que he trabajado en varios hospitales, he podido comprobar que los prejuicios sobre la gente obesa (falta de control, perezosos, sin fuerza de voluntad) son la norma. Y estos prejuicios tienen una consecuencia directa: a los obesos se les trata peor, son mas frecuentemente víctimas de mobbing, se les respeta menos y se les atribuye la culpa -directa o indirectamente- de sus enfermedades.
Y volviendo a los datos del proyecto ACE es importante decir que incluso la comunidad científica les niega la importancia debida, es más; se esconden.
¿Cómo es esto posible? Uno de los motivos mas claros es la existencia de lobbys con mucho poder económico que no están interesadas en estos resultados.
Se prefieren correlaciones simples, aparentemente controlables y, last but not least, rentables. Como la correlación entre tensión alta y accidentes vasculares. Correlaciones que desemboquen, con ayuda de una buena propaganda bajo el lema de prevención o salud, en una demanda de medicamentos entre la población. Una demanda que en algunos casos esta basada en suposiciones sin base científica o extrapolaciones aberrantes.
Por el contrario el tratamiento psicológico de estos problemas (psíquicos) lleva tiempo y no reporta tantos beneficios económicos, a corto plazo, como la industria farmacéutica. Y hoy en día ya nadie puede permitirse pensar a largo plazo, queremos efectos inmediatos, no nos preocupa la persistencia de los efectos. Craso error.
Fuente: Georgia Ribes Zankl
Born for Love. Bruce Perry
Acestudy
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Gianna (martes, 16 junio 2015 01:58)
Gracias por poner luz sobre una enfermedad teñida de prejuicios. Quienes estamos gordos debemos volvernos "sordos" a los reclamos y sermones de quienes nos rodean, muchas veces partiendo por los mismos médicos que aconsejan "cerrar la boca", como si allí radicara el motivo de la obesidad.