La puta y la madre

Recuerdo que cuando era pequeña en mi pueblo había un "Bar" a las afueras que se llamaba "La Tarranquera".

 

Aunque no sabía muy bien qué pasaba allí, si que era totalmente consciente de que era al go prohibido, algo moralmente desechable.

 

La carretera que llevaba de mi pueblo a Denia -por la costa-rebosaba de locales de este tipo. A veces había mujeres en la carretera.

 

No recuerdo cuando fuí consciente de cual era exactamente la función de estos locales, o el trabajo de estás mujeres.

 

El hecho de que exista esta profesión, a la que se denomina, la más antigüa del mundo es, en mi opinión, una muestra del dominio masculino del mundo.

Un amigo me contó el otro día que antaño a estos locales se les llamaban "Whiskerias".

 

El mundo de la prostitución está lleno de eufemismos.

 

Y cuando abundan los eufemismos es que algo se esconde.

 

El sexo, aunque ahora está en todas partes, sigue siendo un tema tabu. Los prostíbulos están por doquier y también los llamados "Swinger Clubs" en los cuales se practica el sexo libre o el intercambio de pareja, y sin embargo, son temas de los que no se hablan.

 

Por una parte, la existencia de los Clubs -no de los Swingers-, es una muestra de eso de lo que hoy en día no queremos oir hablar; hombres y mujeres somos distintos. El hombre, por regla general (salvando excepciones) tiene una necesidad mayor de sexo. 

 

El otro día discutía con unos amigos sobre los motivos qué llevan a un hombre casado a buscar sexo con profesionales, teniendo que pagar por ello.

 

Supongo que el principal motivo será la discrepancia entre la necesidad y la posibilidad. Pero seguramente no se agoten aquí.

 

La sexualidad humana es muy compleja y todos los intentos de explicarla racionalmente fracasan. También las terapias sexuales, que se basen aun sin ser conscientes, en lo moral están condenadas al fracaso.

 

El sexo no es racional.

 

Pertenece a esa parte humana que sólo funciona cuando es espontanea. Y es una de las necesidades humanas más sensibles a la patología. Esta patología a la vez depende de la época. Lo que antes era patológico hoy en día puede no serlo.

 

El ejemplo clásico es la homosexualidad, que desaparecio de los manuales diagnósticos no hace tanto tiempo.

La adicción al sexo tampoco a conseguido entrar en el manual diagnóstico DSM-5 despedido este año.

 

Pero volviendo a la pregunta: ¿Qué lleva a un hombre, que, potencialmente puede tener sexo en su matrimonio, a buscar sexo fuera?

 

Quzás sea justamente que la profesión más vieja del mundo no existe sin clientes, y el hombre es, en este aspecto, el cliente más viejo del mundo.

 

Al igual que se tiende a separar la familia de los negocios, se puede separar el sexo de la pareja.

 

Esta es una posibilidad que no encuentra cabida en nuestra idea romántica del amor.

 

Puede que en el mundo másculino esté más extendido de lo que parece la tendencia -¿inconsciente?-  a disociar a la mujer en puta, por la que se paga, y madre, la que nos cuida.

 

Y con una madre puede ser complicado abandonarse a la líbido.


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