Pequeños traumas

Tanto la CIE-10 como el DSM definen el trauma como un acontecimiento extraordinario y catastrófico que amenaza nuestra existencia. Esta definición tan acotada hace que experiencias de humillación crónica, mobbing o incluso deprivación emocional no puedan considerarse sensu stricto como traumas.

 

Es por este motivo que los manuales diagnósticos ofrecen una categoría para el llamado "monotrauma" -el trastorno por estrés postraumático- pero fracasan con traumas más sutiles pero crónicos o experimentados en la infancia temprana.

 

Para los traumas complejos el DSM cuenta con un cajón de sastre, el DESNOS (Disorder of Extreme Stress not otherwise specified) que permite diagnosticar a las personas que no cumplen los criterios del Trastorno por estrés postraumático y a las cuales, por su edad, no se les puede diagnosticar un trastorno de personalidad.

 


Todos estos problemas son artificiales; surgen del hecho de pretender objetivar lo subjetivo.

La literatura nos ofrece la posibilidad de acercarnos a la experiencia subjetiva, que hoy en día, incluso en la anamnesis psiquiátrica, ha quedado subordinada a la simple enumeración de síntomas.

 

Veamos este fragmento extraido de "Cartas al padre" de F. Kafka:

 

"Solo recuerdo con claridad un suceso de los primeros años. Quizás tu tambien lo recuerdes. Una noche, yo, lloraba sin cesar pidiendo que me trajeran agua, no sin duda porque tuviera sed, sino probablemente en parte para fastidiar y en parte para entretenerme. Como algunas amenazas violentas no habían producido efecto, me sacaste de la cama, me llevaste al balcón, y me dejaste allí un rato, en camisa, solo ante la puerta cerrada. No pretenderé decir que eso estaba mal, puede ser que en ese momento no hubiese otra forma de conseguir el descanso nocturno, pero quiero caracterizar con ello tus metódos educativos y su efecto sobre mi.

 

Sin duda esa vez fuí obediente, pero había sufrido un daño interior.

 

Nunca pude establecer, de acuerdo con mi naturaleza, la relación correcta entre lo lógico, para mí, de aquel absurdo pedir agua, con lo extraordinariamente terrible de verme llevado afuera. Todavía años más tarde me perseguia la visión aterradora de ese hombre gigantesco, mi padre, esa última instancia, que podía, casi sin motivo, venir de noche a sacarme de la cama y llevarme al balcón, a tal punto yo no era Nada para él."

 

F. Kafka

Este acontecimiento, aparentemente sin importancia tuvo un efecto vehemente en la personalidad del escritor. Seguramente no fué el episodio en concreto el que traumatizó a Kafka pero ese momento de ser llevado al balcón condensa lo que Kafka denomina "tus métodos educativos y su efecto sobre mi".

 

 

Lo que la definición de trauma obvia es que éste está siempre en relación con las herramientas para defenderse con las que una persona cuenta. Un niño es completamente dependiente de sus padres; apenas tiene armas para defenderse, con lo cual la humillación, el desprecio o el ninguneo son para él una amenaza vital y a su identidad.

 

Este pequeño fragmento de Kafka nos acerca a su obra. El hombre insignificante e impotente que se enfrenta, sin fuerzas ni esperanzas, a una última instancia, omnipotente e incomprensible, en una odisea sin sentido y condenada de antemano al fracaso.

 

Como vemos un pequeño trama fue suficiente para una gran obra.


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