Viendo el panorama político actual -con los nuevos partidos emergentes- uno podría caer en la trampa de pensar que la actualidad es complicada.
Nada más lejos: todo sigue siendo igual de sencillo. Y, como ha sido siempre, la lucha sigue siendo una lucha entre dos clases: la de los poderosos y los impotentes.
Y aunque hace tiempo que los (más) poderosos dejaron de estar en la política -quizás nunca lo estuvieron- siguen siendo los actores que mejor representan la obra.
Los poderosos tiene el poder y el que tiene el poder tiene mucho que perder con lo cual el miedo debería ser el sentimiento imperante.
Pero estos poderosos a menudo lo son desde hace tanto tiempo que han perdido la memoria y con ella -aparentemente- el miedo. Han llegado a confundir el orden social vigente con el orden natural. Para ellos es natural y se debe a su propio esfuerzo -y no a su condición de poderosos- que tengan los mejores trabajos, los mejores sueldos y veraneen el los lugares más caros. Eso es tan natural como que el sol salga por el este.
Es así y así esta bien. Así que dejemos de remover.
Cuando los poderosos se ven enfrentados a esa extraña situación que es que un impotentes ose cuestionar el orden natural de las cosas, primero se reirá y después -antes de tener miedo- se sentirá ofendido.
Y es que... ¿cómo se atreven esos a pensar que ellos también podrían ocupar nuestros lugares, desempeñar nuestras funciones?
Quizás al principio intenten -acostumbrados como están al abuso del lenguaje- hacer entrar en razón a los impotentes, pero si no lo consiguen pronto perderán el dominio de sí mismos y de sus discursos.
De pronto el lenguaje se independizará de su voluntad y comenzarán a decir cosas que ni siquiera sabían que pensaban. Pues, como el miedo, estaban muy enterradas -hasta ahora no había hecho falta pensarlas. Los lapsus se harán cada vez más frecuentes, siendo ellos, al principio, los primeros sorprendidos; ¡no se sabían capaces de tanta pasión!. ¡Lo que les están obligando a decir!
Y la pasión irá en aumento si los impotentes, inconscientes, no retroceden....En la historia ya se conocen las barbaridades que los poderosos han llegado a decir (y a hacer). Obligados, claro.
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