Viagra para mujeres

El 17 de Octubre de este año la industria farmaceutica volverá a frotarse las manos. Las mujeres con poco deseo sexual podrán adquirir en la farmacia, a cambio de un diagnóstico -"hypoactive sexual desire disorder"- y una receta médica, "Addyi", la Viagra femenina o rosa (el color de las grajeas).

 

Tomando un Addyi al día y con suerte y voluntad las mujeres conseguiran disfrutar de un coito más al mes. A cambio solo tendrán que asumir su condición de enfermas, cambiar sus hábitos alimenticios, renunciar al alcohol, y last but not least, tolerar los efectos no deseados de las píldoras (tensión baja, somnolencia, mareos o fatigas, entre otros).

 

Si eres mujer y te sientes identificada con el síndrome quizás tiene sentido que te plantees algunas cuestiones, antes de comenzar el tratamiento. Aquí algunas ideas.


El Viagra para hombres fue un órdago para la industria farmaceutica. El descubrimiento se debió, como muchos de los grandes éxitos de las farmacéuticas, a una serendipia. Se estaba estudiando un remedio para la tensión y la erección apareció como efecto no deseado. Rápidamente a estos mercaderes se les encendió la bombilla y desde entonces muchos hombres han podido aumentar la vigorosidad y duración de su erección (que no de su relación).

 

El problema de los consumidores de Viagra no era, en la mayoría de las ocasiones, el deseo sexual.

 

Y ese es justamente el supuesto problema que el Viagra femenino pretende resolver.

Salvando excepciones -que no tiene porqué ser patologías- el deseo o la excitación sexual no funciona igual en hombres y en mujeres.

 

Los hombres -por regla general- se excitan más a menudo y más automáticamente. En las mujeres el deseo sexual es más situacional y está más ligado a un estímulo concreto. Además en mujeres la curva del deseo esta sometida a una mayor fluctuación y es más sensible a todo tipo de influencias externas e internas.

Y precisamente por estar el deseo femenino más ligado a un estímulo y ser menos espontaneo, las mujeres suelen tener una menor querencia a "buscar" sexo activamente o alternativas a él -como la pornografia.


No es raro que después de una relación sentimental y monógama larga el deseo sexual disminuya. Y logicamente este cambio no afectará a ambos conyuges por igual. Primera pregunta:

¿Implica esto que uno de los dos está enfermo? y si fuese así ¿quién será el enfermo, el que quiere más o el que quiere menos sexo? 

 

El problema -que es a la vez el Joker de las farmaceuticas- a la hora de responder a esta pregunta es que es que existe una nebulosa acerca de cuánto deseo sexual es normal.

La sexualidad es un ámbito todavía monopolizado por los hombres, basta echar un vistazo a la publicidad y a la sociedad en general.

Mi sensación es que sigue siendo el criterio masculino el que determina cuánto sexo es normal y algunas feministas contribuyen a mantener el status quo al exigir soluciones para problemas que todavía no sabemos si son realmente nuestros.

 

Problemas mal planteados o planteados por hombres.

 

La falta de deseo sexual es un tema tabu entre mujeres -quizás entre hombres lo sea aún más, pero ese es otro tema.

 

Ser poco sexual es algo que hace a la mujer menos atractiva, y esto es algo que las mujeres suelen saber intuitivamente. Antes de medicarte deberias preguntarte si lo haces por tí, por tu pareja o por la relación. En todo caso accediendo a medicarte estas aceptando tácitamente que el problema es tuyo.

 

Me preguntó si esta píldora tan poco prometedora tendrá éxito. Si las  mujeres asumiremos el papel de enfermas y nos identificaremos con él. Y es que no todo son contras, la ventaja de atribuir nuestro "problema" a un desarreglo hormonal, un desequilibrio en el sistema de neurotransmisores o cualquier deficit orgánico es que nos exime de buscar soluciones alternativas.

 

Por mi parte, se me ocurren muchos otros aspectos que cuestionar antes que mis hormonas, y si lo que las pastillas me ofrecen es un polvo más al mes, no pienso renunciar a mi copita de vino.