El infinito y la mujer

Genio: ¿Qué cosa crees más dulce: ver a la mujer amada o pensar en ella?

Tasso:No lo sé. Cierto que cuando estaba presente, me parecía una mujer; lejana, me parecía -y me parece- una diosa.

Genio: Estas diosas son tan benignas, que cuando alguien se les acerca, repentinamente guardan su divinidad, sueltan los rayos a su alrededor y se los guardan en el bolsillo, para no deslumbrar al mortal que se les pone delante.

Tasso: Dices la verdad. ¿Pero no te parece un gran pecado de las mujeres el hecho de que, ante la comprobación, ellas resultan tan diversas de cuanto las imaginábamos?

Leopardi

 

El romanticismo surgió como reacción a los movimientos dominantes de la época que habían apostado todas las cartas a la razón. Los románticos devuelven al sentimiento un papel central, abandonando la grandilocuencia de sus contemporaneos que pretendían el conocimiento pleno y la dominancia de la naturaleza.

 

La naturaleza como última vencedora es motivo común de esta época. La naturaleza recuperando el espacio que los hombres habían creido conquistar para siempre.

 

Este pesimismo a la hora de entender el mundo no tiene porque desembocar en resignación. Por contra los románticos predicaban una actitud heroico-trágica, que consistía en seguir manifestándose y vivir con alevosia, siendo plenamente conscientes del sinsentido de la empresa, de su fracaso inexorable.

 

Cierto filósofo aleman lo expresaba así, "si al avanzar la meta va alejándose, será que la meta es el camino". Aunque al final nos espere -segura de si misma- la muerte.

 

 

Aspirar a la plenitud, al TODO aún conscientes de la inutilidad del acto es una actitud romántica. La felicidad plena es imposible y este hecho hace que la vida en sí sea un estado violento. En su libro "El heroe y el único" Rafael Argullol concluye que "el poeta, el superhombre, por aspirar a la plenitud más que ningún otro, sufren esta violencia con más fuerza."

El hombre es un ser trágico y escindido porque en él habitan impulsos opuestos de los que nunca conseguirá librarse; la consciencia de la imposibilidad de la plenitud (razón) y el potente deseo de conseguirla (sentimiento). De esta contradicción emana una fuerza violenta que el poeta proyecta en los hombres, a los que acaba despreciando por su inconsciencia, resignación -tambien los optimistas pueden ser seres profundamente resignados- y cobardia ante la vida.

 

Y en medio de todo esto aparece la mujer como Diosa, promesa de plenitud (que nunca llega, ni llegará). Y el poeta, incapaz de conformarse con la mediocridad toma, con respecto a ella, una actitud que Nietschze -gran anhelador de la mujer- llamó el "Pathos de la distancia".


"Todo gran tumulto hace que concibamos la felicidad en el silencio y la lejanía. Si un hombre está en el centro de su tumulto, en medio de su resaca de opciones y proyectos, he ahí que ve pasar, deslizándose bajo sus ojos pálidos, encantadores seres, de los cuales anhela la beatitud y el descanso:son las mujeres. (...) El encanto y el más potente efecto de las mujeres es, por usar el lenguaje del filósofo, una actio in distans: es decir requiere -por encima de todo- distancia!".

F. Nietzsche

 

Hoy en día nos quejamos de nuestra soledad y de no encontrar la pareja ideal, ¿será que nos hemos convertido, a pesar de vivir en una sociedad mecánica y racionalista, en románticos?


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Comentarios: 1
  • #1

    Ramón (miércoles, 11 noviembre 2015 00:32)

    En un perfil humorístico, que hace tiempo escribí, presumía de tener más sentimientos que sentidos. Hoy por hoy, no me falta, aún, ningún sentido. Pero, mientras los sentidos me conectan con el presente, los sentimientos siguen conectando mi pasado con la esperanza de mi futuro.