No soy femista.
Supongo que habrá otras mujeres como yo, pero lo cierto es, que cuando una mujer se declara no feminista es automaticamente atacada de insolidaria, cuando no de ignorante. Y es que si feminismo es por definición de la RAE la ideología que defiende que las mujeres y los hombres deben tener los mismos derechos, cómo puede una mujer no comulgar con tal doctrina.
Suele ocurrir que ideas intachables y aparentemente humanistas derivan en lo contrario a la hora de ser puestas en práctica. Es lo que paso con la filosofía de Nietzsche o con el comunismo.
Es el sino del ser humano. Somos seres contradictorios y la historia nos lo ha mostrado en muchas ocasiones.
Lea con atención el siguiente artículo ("11 frases machistas que seguro has oido y son mentira") que bien podría llamarse los 11 mandamientos (del feminismo) y piense sobre el. Le ahorro mis comentarios.
No me considero femista, porque no me gusta la retórica de sus miembras.
Eso no quiere decir que no este a favor de la igualdad: aquí las feministas cometen un error lógico, cuando no tendencioso; se puede estar a favor de la igualdad de derechos de hombres y mujeres sin necesidad de ser feminista. Se puede condenar la violencia de género -en los dos sentidos- sin necesidad de ser feminista -que por cierto sólo condena la del varón a la mujer.
Una amiga, feminista declarada, me dijo el otro día que lo contrario al machismo no existe. Porque al hombre no se le discrimina o maltrata por el hecho de ser hombre.
Puede que aquí las femistas cometan el error de argumentar desde el desconocimiento. No toda la violencia es visible y puede que los hombres no sean capaces de denunciar la violencia por miedo a que se rian de ellos.
En mi trabajo de terapeuta me he encontrado con maltrato tanto femenino como masculino. Puede que el tipo de violencia sea distinta, pero es que cada uno utiliza los instrumentos que posee. La violencia física de la mujer al hombre existe. Por mucho que les pese a algunas.
Suma sumarum: lo contrario al machismo sí existe y lo encontramos precisamente en el punto ciego del feminismo. Se le ha llamado hembrismo, una palabra construida en analogia al machismo y que puede gustar más o menos, pero ahí está.
Una de las acepciones de hembrismo es la "tendencia de victimismo femenino institucionalizado en el Estado y cultura contemporáneas, que se asocia al ascenso de la perpectiva de género y al feminismo radical y que difunde la idea de que el varón es privilegiado y domina todas las esferas sociales para de este modo justificar que este sea «discriminado por el creciente poder del feminismo institucional» o «dictadura del feminismo institucional de género".
Pero como dice Enrique Serna, uno de los pocos hombres que se atreven a pronunciarse verbalmente contra los ataques de las feministas, " las feministas creen que pueden reprogramar el cerebro del varón para ajustarlo a sus necesidades, como si la voluntad de poder y otros defectos de la naturaleza humana fueran una malformación del caracter masculino".
Cuando una persona o una minoria ha sido biográfica/historicamente sometida, humillada o traumatizada corre el peligro de quedarse anclada en su posición de víctima, de forma que acabe siendo ciega para su presente y argumente y actue siempre desde su pasado traumático.
El resultado no suele ser bueno. Vease el pueblo de Israel.
El hombre parece haber contraido con la mujer una deuda que nunca va a poder sufragar. Es la sensación que uno tiene al escuchar a algunas feministas radicales, cuyos males parecen derivar única y exclusivamente de la existencia del varón.
Quizás convendría que se pronunciasen más de otro modo cada crimen o incluso cada piropo de un hombre hacia una mujer es suscetible de ser sumado a la causa.
Como decía cierta escritora aguda "me encuentro cada vez más perpleja ante el irreflexivo y automático vilipendio de los varones. Ya ni siquiera prestamos atención a este fenómeno porque forma parte de nuestra cultura (occidental). Los hombres parecen doblegados, no pueden regresar a la pelea y es tiempo de que lo hagan."
Alguién decía que la igualdad llegará el día en la que tengamos mujeres incompetentes en puestos de poder. Una mirada al panorama político podría insuflarnos una dosis de presente.
Aunque puede que no hayamos alcanzado las cuotas necesarias para percatarnos.
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Ramón (lunes, 16 mayo 2016 21:13)
Interesante tema, el de la discriminación positiva a favor de la mujer, apoyado en el argumento factual de la proporción de mujeres agredidas por los hombres, respecto al caso contrario. El tema de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, planteado en abstracto, lo han resuelto, algunos teóricos, apelando a una total igualdad entre los géneros. Otra cosa ocurre cuando incluimos detalles concretos sobre la congruencia entre derechos y deberes de una persona en concreto (hombre o mujer). Opino que hay personas que, aunque no cumplen con sus "deberes", exigen "derechos". También que hay quienes son incapaces de poder presentar sus derechos y/o de ser sujetos de sus deberes. No me refiero solo a l@s niñ@s, sino también a aquellas personas disminuidas, psíquicas y/o físicas (¿reconocemos que en algún período de la vida todos hemos pasado y/o pasaremos por estas situaciones?) Se me ocurre pensar que, aquellos que nos consideramos que estamos pasando por el período en que nos consideramos "normales", deberíamos reflexionar y, puede que, actuar e incluir, a nuestros derechos, los deberes de colaboración para reducir el desequilibrio que se da, en algunos momentos entre deberes y obligaciones. Frente a la justicia simplificadora "equitativa" considero que se puede procurar la inclusión de la "distributiva", ya que esta atiende a detalles más realistas que aquella.