Inquietud

Al igual que los médicos durante los estudios se vuelven hipocondriacos, los psicológos aprendemos a patologizar nuestro comportamiento.

 

Además, los síndromes proliferan. Hemos pasado de 106 formas de locura en el primer manual diagnóstico a 374 en el actual. Es decir, se han triplicado los trastornos (!). Y esto no se debe a que cada vez estemos más locos -que también- sino a que cada síndrome tiene síntomas y estos pueden en un momento dado -por ejemplo cuando las farmaceuticas lo crean conveniente- subir de categoria.

 

Un ejemplo. La depresión o ansiedad infantil. Uno de sus síntomas eran los problemas de atención; se les aisló y se convirtieron en un síndrome propio (y moderno). Y sigue. La ansiedad y la inquietud son a la vez síntomas del deficit de atención (y de la depresión/ansiedad infantil).

¿Y que hace uno cuando uno está inquieto? Pues se mueve. Más que nada porque alivia. Pues ahí lo tenemos: el síndrome de las piernas inquietas, que ahora también se diagnóstica en niños y cuyo tratamiento es nada menos que el mismo con el que se trata el Parkinson (con potentes efectos secundarios a largo plazo).

 

Y es que los síndromes proliferan a una velocidad superior a la de los psicofármacos, con lo cual estos se ven obligados a repartirse el trabajo, para regocijo de algunos beneficiados.

 

Yo de pequeña debía de sufrir de déficit de atención y también de lo de las piernas inquietas (sigo sufriendo ambos). Por suerte nadie se dió cuenta o pensó que pudiese ser un problema grave. Ni siquiera los profesores que se limitaban a poner notas inocuas cómo: es despistada.

 

En cuanto al primero, me he dado cuenta que si uno aprende a dominarlo un poco tiene sus ventajas. Lo de las piernas la verdad

es que nunca me supuso ningún problema (ni se me hubiese ocurrido darle un nombre); cuando estaba nerviosa movia las piernas, cuando me acostaba, las movia también. A los únicos que les molestaba era a los demás (a los que dormian conmigo y a mi padre que le ponia nervioso).

Para mi, ahora lo veo todavía más claro, era placentero.

 

Me gusta mover las piernas y me alegro de que a nadie se le ocurriese medicarme por eso.

El laboratorio del sueño es la nueva fábrica de enfermedades.

 

De pronto los expertos se han dado cuenta de que por las noches hacemos cosas casi tan raras como de día. Unos hablan, otros comen (nocturnal sleep eating disorder), otros tienen espasmos (mioclonias del sueño), otros mueven las piernas (ressles legs syndrom) y otros incluso fuman (el otro día asistí a una conferencia dedicada a este síndrome en proceso de gestación: nocturnal sleep smoking syndrom, solo pude soportarla porque no soy fumadora, pero moviendo las piernas).

 

Estos síntomas tiene en común que suelen molestarles a los demás, no al que los sufre (o en menor medida).

 

¿Que hemos ganado con todos esto trastornos nuevos? A los que trabajamos en el ámbito de la salud nos proporcionan más trabajo, a las farmaceuticas más dinero, pero... ¿y a los afectados? ¿Hay alguna ventaja para ellos?

 

Si, aunque haya que rebuscar un poco. Para la mayoria de estos síndromes se postulan causas genéticas. De momento no se han encontrado, pero da lo mismo, en ello están.

 

A mi me hubiese venido muy bien este conocimiento para aplacar la ira de mi hermana cuando quería dormir y no podía (por culpa de mis piernas inquietas).

 

-Lo siento, le hubiese dicho, pero es genético.


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Comentarios: 2
  • #1

    yvonne ramona (sábado, 13 febrero 2016 20:57)

    y yo te hubiera dicho: "pues tómate esta pastillita!!!"

  • #2

    Ramón (domingo, 14 febrero 2016 15:18)

    Aún ahora con mis más de 70 anhos, son mis hijas las que me llaman la atención cuando estamos alrrededor de una mesa y no paro de manipular cualquier cosa a mi alcance. Igual es algo que pasé a mi descendencia, ya que el movimiento constante de mis hamos en una por lo menos ha "descendido" hasta los piés. Además, habría que estudiar el efecto rebote, pues en sus hijos el movimiento ha vuelto a ascender hasta las caderas. Solo hay que ver como bailan. Este comentario es en plan jocoso, pero la opinión que tengo sobre la sobre-diagnosticación y sobre-clasificación de los "sín-dromes", es coincidente con lo que dice mi hija, Sospecho que sin sín-dromes, algunos profesionales de la psicología, psiquiatria, y farmacéuticas temen quedarse "sin-negocio", a costa de los pacientes impacientes.