La torre de Babel

El ser humano es el animal menos predeterminado por sus instintos.

 

Viene al mundo con una enorme capacidad de adaptación. Así por ejemplo, un niño cubano que fuese adoptado por una familia finlandesa, aprendería sin grandes problemas su idioma y se adaptaría al clima y a la cultura con la misma facilidad/dificultad que un nativo.

 

Hasta una determinada edad los bebes son capaces de reconocer y diferenciar un mayor número de fonemas que los adultos. Vienen al mundo preparados para aprender cualquier lengua.

Poco a poco esta gama se va reduciendo a los de su idioma.

 

Además de los fonemas, cada lengua cuenta con un vocabulario que abarca aquello que la cultura considera relevante nombrar (y carece de otras que por el contario no lo son).

 

Y a un nivel superior está la gramática, que limita y dicta como y qué podemos decir y de qué manera, si queremos ser comprendidos.

 

 

El lenguaje es una de las formas más importantes de socialización; al aprender una lengua estamos aceptando inconscientemente e implicitamente las reglas más básicas de nuestra sociedad.

 

Cuando un niño "decide" aprender su idioma esta aceptando -inconscientemente- también una limitación, está renunciando a la comunicación de una parte de sí; la más individual.

 

Dependerá entre otras cosas de si percibe el entorno como "amable, tolerante y coherente" o por el contrario "hostil e incoherente" que le cueste más o menos hacer esta renuncia y aceptar las reglas que se le imponen.

 

Pues asi como al aprender una lengua el niño ve reducida su gama de fonemas tambien renuncia a ciertas percepciones "personales" a cambio de una percepción más consensuada y comunicable.

Este proceso de aprendizaje está tan automatizado que no somos consicentes de él, ni de lo que significa.

 

Y sin embargo gran parte de "eso" no comunicable nos acompañará el resto de nuestras vidas, aunque el grado de conciencia que tengamos de ello es muy individual. Hay gente que no es consciente y a la cual aparentemente le basta este lenguaje social para comunicarse. Es la gente más gris y más adaptada.

 

Otros -algo más valientes- han encontrado una via; la poesia, el arte o conversaciones consigo mismos son algunas posibilidades.

 

 

El cómico Miguel Noguera se ha armado de valor y ha dado el salto social. Se ha atrevido a transportar su individualidad al exterior e inexplicablemente.... ha triunfado.

 

Su humor se basa en la comunicación de este lenguaje privado.  El milagro se ha producido y Noguera ha encontrado suficiente curiosidad, por parte de un grupo de gente lo suficientemente grande como para ser calificado de genio -y no de loco. 

 

La gente rie -una risa tímida, perpleja y fascinada- ante sus comentarios y dibujos.

 

Noguera a tenido suerte, pues no existe ningún criterio objetivo que diferencie su "humor"  del discurso de un enfermo mental.

 

Su éxito o condena dependían tan solo de hacia dónde inclinase la sociedad su pulgar. 

 

Noguera es muy consciente de ello, sabe que le ha ocurrido un milagro y es el primer sorprendido.

 

Y es que el hombre piensa en analogías.

 

La analogía actual para los trastornos mentales es la de las enfermedades del cuerpo.

 

Presas de esta analogía -y sin ser conscientes de ello- lintentamos curar la mente como curamos el cuerpo: con pastillitas y operaciones.

 

Pero ya por los años 70 psiquiatras inadaptados y visionarios, proponían otra: La analogía de los lenguajes.

 

Si un trastorno mental fuese tan solo otro idioma, entonces estaríamos cometiendo un error (casi un crimen!) al intentar silenciar estos lenguajes con argumentos y pastillas. Estariamos obligando a la gente a hablar el lenguaje consensuado, renunciando a una mayor variedad linguística.

 

Si tomasemos a los "locos" tan en serio como algunos tomamos a Noguera puede que incluso aprendiesemos algo de estos inadaptados y que fuesen ellos los que nos ayudasen a liberar nuestras mentes.

 

Aunque entonces el mundo se llenaría de individuos y seguramente la especie humana no esté preparada para ello.