Retrato de mujer (con familia al fondo)

Anoche me sobrevino una alegria casi temeraria.

 

Por primera vez en este año volví a sentir de nuevo la alegria de vivir.

 

El deseo y la curiosidad de saber, lo que el nuevo día me depara.

 

De pronto me gire y vi el retrato antigüo de mi clase.

Tenía diez años...y de pronto tuve certeza de algo que siempre había estado ahí, pero yo no había sido consciente.

 

Para mi sorpresa tengo que admitir,

que no se quién soy.

 

no tengo ni la más remota idea.

 

Siempre hice lo que la gente me decía.

Hasta donde alcanza mi memoria veo que siempre fuí obediente, acomodable...casi humilde.

 

Ahora que lo pienso, recuerdo que de niña intenté, una o dos veces, imponer mi opinión. También recuerdo como mi madre castigaba, con una dureza ejemplar, estas salidas de tono.

 

Para mi y para mis hermanas la educación tenía una sola meta: hacer de nosotras mujeres amables.

 

Yo era bastante fea y eso se me recordaba constantemente. Y poco a poco fui dándome cuenta de que se me recompensaba, cuando me guardaba mis pensamientos. Y cuando me comportaba de forma discreta.

 

 

Pero el gran engaño a mi entorno ocurrió durante mi adolescencia. Todos mis pensamientos, sentimientos y actos giraban en torno a lo erótico.

 

A mis padres no les deje notar nada. Ni tampoco a nadie.

 

El fingir se convirtió en mi segunda naturaleza.

Me convertí en una persona introvertida.

Todo lo que hacia, lo hacia a escondidas.

 

Mi padre deseaba que estudiase, como el mismo, abogacía. Una vez insinue que preferiría ser actriz, en todo caso estudiar algo relacionado con el teatro.

Todavía recuerdo como se rieron de mi.

 

Así que continue engañando a mi entorno.

Fingiendo en mis relaciones con los demás, en mis relaciones con los hombres.

 

Siempre ese mismo; "hacer como si", los constantes intentos frustrantes de contentar a todo el mundo.

 

Nunca he pensado en mi

 

Pensaba, "que quiere él que yo quiera?".

 

Y eso no era abnegación, como solia pensar,

sino pura y llana cobardia.

Y lo que es peor, absoluta inconsciencia de quién era yo.

 

En mi vida no ha habido momentos dramáticos, para eso no debo de estar dotada...

 

Pero hoy, por primera vez en mi existencia, siento una emoción intensa cuando pienso en qué quiero hacer realmente con mi vida.

 

En el pequeño mundo en el que Johann y yo habitabamos, sin ser plenamente consciente de él, aceptándolo, como se acepta el destiono, había tanta crueldad y brutalidad que se me eriza la piel cuando miro hacia atrás.

 

El precio a pagar por la seguridad es muy alto: la destrucción permanente de la personalidad.

 

Es muy fácil, deformar de raiz los deseos de los niños, sus intentos de autoafirmarción.

 

Conmigo lo consiguieron con un método que es cien por cien seguro: la mala conciencia.

 

Mala conciencia hacia mi madre,

mala conciencia hacia el resto de la gente

y por ende, y esto con firmeza,

mala conciencia hacia Jesus y Dios.

 

De pronto me doy cuenta de cuan diferente hubiese sido si no hubiese dejado que me lavasen el cerebro.

 

Y hoy me pregunto, si no estaré perdida para siempre

si no estaré incapacitada para la alegria

alegria sobre mi y sobre otros.

Si esa capacidad innata de sentir alegria habrá muerto en mí o si está solamente dormida, esperando a ser despertada.

 

Hoy me pregunto qué esposa, que mujer, que persona hubiese sido, si hubiese escuchado mis instintos."

Fragmento de "Secretos de un matrimonio" Ingmar Bergman


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