Es un hecho curioso que cuando se pregunta a la gente de casi cualquier país si se consideran felices, la gran mayoría contesta positivamente. Declararse infeliz equivaldría practicamente a confesar que nuestro proyecto de vida ha fracasado. Y pocas cosas están peor vistas en nuestra sociedad que el fracaso de nuestros proyectos.
Por otra parte la humanidad tiene una tendencia borderline a pensar cualidades positivas -y negativas- como algo que viene en pack y que se excluyen mutuamente.
Y al igual que la mayoría de la gente se considera feliz, también se enorgullecen de poder declararse optimistas.
Esto no solo es así porque socialmente esté bien visto ser positivo, feliz y optimista -todos queremos rodearnos de gente buen rollera y evitar a los agoreros, mal pensantes y aguafiestas. Lo que en realidad pretendemos es confundirnos a nosotros mismos.
Pensándonos optimistas hacemos una selección positiva del mundo, el ser humano y (sobre todo) de nuestra propia persona que por otra parte nunca llegamos a creernos. Pues nuestro cerebro registra también lo otro.
Y si bien es relativamente fácil engañar al Otro, con el que ya vivimos en una mentira pactada en la cual Yo no soy más que una proyección, un rol, es prácticamente imposible engañarnos a nosotros mismo.
Además de que supone un esfuerzo enorme y constante despojar a la vida de su lado oscuro. (Esfuerzo que el pesimista se ahorra y puede invertir en otros asuntos, por ejemplo en disfrutar de un vino con erizos o en leer el Viaje al fin de la noche -que no gusta a ningún optimista bien pensante)
Llegamos a creernos la felicidad y el optimismo ajeno y de pronto nos sorprendemos con la noticia de su repentino suicidio. Y es que, al contrario de lo que podría pensarse, no suelen ser los pesimistas los que se suicidan.
Podría ser incluso al revés; que el pesimismo fuese una protección contra el suicidio. Podríamos pensar el pesimismo como un estadio posterior a la meláncolia y la ansiedad, la base de todo sufrimiento humano. Ser pesimista requiere valor y es valor lo que falta cuando nos invade el miedo meláncolico y la ansiedad. El optimista esta lleno de esperanza y a mayor esperanza, más intenso el miedo. Y mayor la tentación de recurrir a las anestesias psiquiátricas.
Avalaría esta tesis el hecho de que ninguno de los grandes pesimistas, Montaigne, Schopenhauer, Cioran...-puso fin a su vida. A pesar de todo, encontraban motivos suficientementes para seguir viviendo. Entre ellos filosofar, que es aprender a morir, que es precisamente lo que no quieren aprender los caprichosos esponsores de Sillicon Valley.
Y si es cierto que el pesimista puede ser un personaje algo incómodo, pues en sociedad siente una compulsión constante a completar la visión parcial del mundo de la que hablan los hombres cuando se juntan, éste nunca hizó ascos al hedonismo, al vitalismo, ni a las ganas de vivir.
En el fondo el pesimismo no sería más que una constatación del curso cíclico de la historia y de la imposibilidad del ser humano de construir una utopia feliz, pues todas las que se han intentado han acaban fallando precisamente por el rechazo que sentimos ante nuestra naturaleza dual, que nos lleva a ignorar lo negativo y exaltar nuestras virtudes.
No tenemos remedio como especie, no podemos ser optimistas ni siquiera con el futuro del pesimismo, que al menos rompería la grandísima verdad lampedusiana.
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Meli (domingo, 01 abril 2018 01:33)
Gracias Georgia eres inspiradora.
La verdad q si yo misma cuando estoy pesimista no quiero relacionarme con nadie.
Tal vez porq tan bien m he dado cuenta q la gente en realidad no te escucha ni comprende ni te ayuda, tal vez ni pueda ayudarte.O es mejor pensar q no lo pueden hacer.
Yo ahora estoy en una fase de mi vida q no se hasta q punto lo q perxibo es realidad o simplemente es mi realidad.
Ahora parece q la medicacion me la han acertado me encuentro mejor ,aunq parece q me han quitado El miedo a todo.
Veo las cosas desde otro punto de vista.
Bueno en realidad creo q soy mas consciente de mi misma y me estoy aceptando como soy.
No se como explicarlo es como decir bien estoy loca ya esta. Ya es hora q me beneficie de eso.