Visita a la residencia

El 22.07.20 visitamos a Vicent Carrió en la Residencia Santa Lucia de Denia.

En ese momento los residentes llevaban más de cuatro meses sin poder salir y la mayor parte de este tiempo ni siquiera habían podido recibir visitas.

 

El motivo lo repetía como un mantra la recepcionista que nos recibió: „no hemos tenido brotes por las medidas que estamos tomando“ (confinamiento, desinfección, mascarilla y distancia -en este caso aislamiento- social). Gracias a estas medidas, según la versión oficial que defendía esta trabajadora, se habían conseguido salvar las vidas de todos los residentes, al menos salvarlos de la muerte por virus.

 

La residencia Santa Lucia no es un caso aislado. La mayoría de estos centros han seguido el mismo procédere y seguramente los responsables estén orgullosos de poder producir titulares como: "Ni un caso de coronavirus en la residencia Santa Lucia".

 

Pero como quizás a estas alturas ya nos hayamos dado cuenta, una cosa son los titulares, una cosa son las palabras, y otra muy distinta es la realidad. Y esta euforia oficial no era compartida por los residentes con los que tuvimos ocasión de hablar.

Más bien todo lo contrario.

 

Terminamos el vis a vis con Vicent Carrió con una sensación agridulce. Por una parte al constatar que probablemente la mezcla imaginación, elan vital y una misión humanista autoimpuesta y perseguida con ahinco le habían permitido sobrevivir estos meses sin caer en una depresión, que en estas edades puede ser fatal ya que puede devenir rápidamente en demencia. Por otra parte quedó patente que Vicent estaba sufriendo el aislamiento y avido de contacto social. Y que el mantra, tantas veces repetido, no había calado del todo.

 

-Qué penses de tot acó Vicent?

 

-Manipulació

Al salir la trabajadora se despidió de nosotros en un tono conciliador; "siento todo esto (supongo que se refería a las trabas y amonestaciones constantes) pero no hemos tenido brotes por las medidas que estamos tomando....ellos (los viejos) no lo entienden, dicen que los tenemos secuestrados."

 

Efectivamente; a punto de subir al coche, tres ancianos, dos mujeres y un hombre, nos llamaron, no para amonestarnos por no llevar mascarilla como supusimos en un primer momento, sino todo lo contrario: para dar rienda suelta a su indignación. Resumiendo vinieron a decir que el sacrificio que les estaban obligando a hacer con la intención de salvarles la vida, no les compensaba, que preferían asumir cierto riesgo a vivir encerrados. Se quejaron tambien de lo injusto de las medidas pues los trabajadores entraban y salían, iban de vacaciones y volvían impunemente y, sin embargo, cuando uno de ellos osó salir a la calle le confinaron en su habitación durante 15 días. Se quejaron también del insoportable tedio y de la falta de perspectiva,

 

-Antes bajabas a Denia a comprar, y al menos pasabas el día.

 

del papeleo inútil y omnipresente,

 

-Tanta firma para qué?

Nos marchamos conmocionados. Estos ancianos eran conscientes de que alargándoles la existencia les estaban robando vida a sus últimos años.

 

En los últimos meses no me he cruzado con mucha gente que se atreva a quejarse y a reivindicar sus ganas de vivir de este modo. La mayoría de las personas parecen haber interiorizado el miedo o haberse resignado. Sacrificaron su vida durante unas semanas, que luego fueron meses y ahora lleva camino de convertirse en un nuevo modus vivendi, y todo esto sin rechistar (si no es para amonestar al que no se sacrifica lo suficiente).

 

Valientes ancianos, puede que no lo sepan pero están más vivos que mucha gente.

 


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