Tras la máscara

"Yo soy exáctamente lo que ves, dice la máscara,

y todo lo que temes, detrás" Elias Canetti

 

Alguien dijo una vez que si la teoría de que el ser humano es un ser racional fuese científica, haría tiempo que habría sido falseda. 

Parece ser que después de una investigación científica que reunió (de incógnito como ya es tradición) a los mejores expertos y en la que se analizaron cientos de estudios controlados y aleatorizados, los científicos llegaron a la conclusión de que el 26.06.21 los aerosoles dejaban de ser peligrosos y el virus ya no viajaría libremente por la atmósfera española (en otros paises nunca lo hizo). 

 

El presidente del gobierno, solemnemente y después de tenerlo varios días en ascuas, lo comunicó al pueblo.

Lejos de provocar una euforia colectiva  (los que lo hicieron fueron debidamente amonestados) la mayoría de los ciudadanos siguieron como si nada; la máscara siguió tapando sus bocas y narices a pesar de la ley y de los 30 grados a la sombra.

 

Interesada por este hecho insólito, he estado preguntando a algunos conocidos, pero ninguna de las respuestas me ha sonado convincente (ni siquiera ellos parecían convencidos); que no se dan cuenta de que la llevan (hasta que llegan a casa), que la quieren seguir llevando porque ha sido la medida más efectiva (otra teoría que hubiera sido falseada de ser científica).....Los más sinceros (y en el fondo los más racionales) son los que dicen seguir teniendo miedo, aunque es difícil encontrar a alguien que confiese esta debilidad.

En todo caso, a juzgar por otro tipo de comportamientos, no parece ser el miedo (a los contagios) el motivo de que tanta gente se aferre a ella. Es probable que la máscara viniese a llenar un vacio existencial (y de mercado). Y es que es la forma más vistosa de decirle al otro: - miramé, soy cívico, responsable y solidario. (El carnet de vacunación lo certifica pero, por desgracia, no se lleva impreso en la cara.) 

 

Otra de sus ventajas es que nos camufla y nos  ahorra la farragosa tarea de ponerle buena cara al otro (bastante nos cuesta ya la sonrisa perpetua en Instagram).

 

En vista de todo esto habría al menos que admitir que no somos seres racionales: no justificamos nuestras acciones con argumentos lógicos, no nos interesa la Verdad (nunca nos ha interesado y menos nos va a interesar ahora, en un momento tan delicado).

 

Lo que nos interesa hoy y siempre es la superviviencia. Y esta nos la asegura el grupo.

 

Somos animales de costumbres (y un año es demasiado tiempo para soltar certezas que los medios han grabado a fuego en nuestros cerebros). Y antes que nada somos miméticos y haremos exactamente lo que haga el vecino, como siempre hemos hecho.

 

Así es que, ¡a seguir sudando!

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