Caos, miedo y control

Jurgen Kritz, en su libro "caos, miedo y control" describe la siguiente escena: Un bebe llora, su madre lo mece y lo tranquiliza.


Lo que la madre transmite a su hijo cuando lo consuela es, en primer lugar, la sensación de que todo está bien, de que ella domina la situación. El niño percibe que todo está bajo control. El caos se reduce

 

Una madre estresada - por contagio del llanto de su hijo o por sus propios problemas - no podrá calmar a su bebé; su expresión verbal, su voz, sus gestos y sus actos delatarán su impotencia o desbordamiento con lo cual, en lugar de tranquilizar a su hijo hará que su nivel de estrés aumente.

Lo que éste percibe es que el caos no es dominable.

 

Esta impotencia producirá en él el efecto contrario al deseado; el llanto se intensificará, la madre se estresará más y el hijo acabará gritando desconsoladamente.

Y es que el niño siente que ante el caos que percibe y que no entiende no hay nadie capaz de protegerle.

 

Todos necesitamos en mayor o menor medida sentir algún tipo de control.

Si finalmente la madre de la escena inicial es capaz de tranferir a su hijo el mensaje, todo esta bien, éste podrá a ver el mundo como un lugar que vale la pena explorar. El niño ha aprendido -la falacia necesaria que todos debemos aprender para poder vivir sin demasiados miedos- que el mundo es predecible.


Si no consigue aprenderlo su vida estará llena de miedos y el control le obsesionará.


Por desgracia la sensación de seguridad relativa no es para siempre, podemos perderla como consecuencia de una experiencia traumática. Cuando muere alguien repentinamente o nos ocurre algo que sacude nuestros cimientos, podemos sentirnos tan impotentes frente al mundo que lleguemos a pensar que éste no es un lugar bueno para vivir.

 



Muchas de las  acciones del ser humano van dirigidas a superar el caos y crear un orden. Un orden en el poder vivir sin ser presa del miedo.


Pero este orden puede degenerar en rigidez.


Las medidas que el hombre toma para ordenar el caos pueden rozar el absurdo o carecer absolutamente de sentido. La religión con sus rituales y sus credos pretende dotar al mundo de sentido y establecer un orden.

 

Tambien la ciencia, cuyo motor, la curiosidad, se alimenta del deseo de dominar el caos.

 

O las obsesiones. Controlamos el cerrojo para asegurarnos de que no pasará nada. Pero a pesar de que la puerta esta bien cerrada, nuestro miedo no disminuye con lo cual nos vemos obligados a seguir comprobando. Y ahi está la espiral. El cerrojo nunca podrá calmarnos porque no es la fuente real de nuestro miedo. Tan solo es un representante, un punto de proyección en nuestro intento desesperado de reducir la complejidad y hacer algo.

Jurgen Kritz en su libro llama la atención sobre los paralelismos entre las obsesiones-compulsiones y el método científico vigente; ambas aspiran a reducir el caos:

  • Excluyendo las variables incontrolables e impredecibles
  • Reduciendo las variables dependientes
  • Extrayendo información para pronosticar el futuro
  • Intentando ocultar o negar las propias intenciones y motivaciones, pretendiendo que no existen
  • Reduciendo nuestra experiencia al ámbito previamente definido y seguro

Lo que en el caso particular de las obsesiones y miedos es considerado una patología pasa a ser una virtud en el caso general de la ciencia o la religión.

 

Así pues, la obsesión por el control acaba siendo un grave problema; reduce nuestra flexibilidad, nuestra capacidad de vivir nuevas experiencias y de aprender. Hace que nuestra vida se vuelva monótona.

 

En el caso de la sociedad, además el ser humano se ha embarcado en una empresa imposible: controlar la naturaleza. Pero ya han advertido algunos nosotros somos tambien parte de la naturaleza y la parte nunca podrá dominar al todo. Como mucho podrá destruirlo.

 

En ello estamos.

 

 

 

 


Escribir comentario

Comentarios: 2
  • #1

    Ramón (jueves, 13 noviembre 2014 23:07)

    La revista Investigación y Ciencia publicó, hace un tiempo, un cuaderno monográfico sobre "Orden y Caos", en el que reunía una colección de artículos de científicos sobre el tema. Después de haberlo estudiado y subrayado las citas que más me impactaron, recuerdo haber leído que, incluso en el disenyo de recursos (hard y soft) para el control de aviones supersónicos se ganaba en eficiencia cuando se permitía cierto caos dentro del orden, sobre todo cuando las últimas decisiones las toma una persona. La flexibilidad es una cualidad para la "vitalidad". Y aquella se puede aumentar multiplicando el número de los componentes y Disminuyendo el tamanyo de los mismos. "Errare humanum est".

  • #2

    luis (jueves, 13 noviembre 2014 23:17)

    exacto, en el intento de control de la naturaleza, esta no se destruye sino el hombre, ya que acaba cambiando las condiciones que le permiten vivir en ella.