Imagine esto: usted tiene un trabajo que no le gusta, al que dedica más horas de las que quisiera, en el que no se lleva bien con sus compañeros y al cual, para más inri, no encuentra ningún sentido.
Después de varios años así llega un día en el que no puede levantarse de la cama.
Diagnóstico: Depresión.
Para su sorpresa -y quizás alivio- su psiquiatra ni siquiera le pregunta por sus
circunstancias. Le aclara directamente, que la depresión se debe a una falta de serotonina en el cerebro.
Solución: unas pildoras milagrosas con algunos molestos pero inevitables efectos secundarios.
En la página WEB de un centro de asesoramiento psiquiátrico español explican qué es y a qué se debe el trastorno por deficit de atención con hiperactividad, por ejemplo:
Pregunta (tendenciosa):Tienen los padres la culpa del TDAH de sus hijos?
Respuesta (rotunda): NO. No, los padres no tienen la culpa y no acepte que nadie se la eche.
También en este caso se da por supuesto que la culpa se encuentra en el cerebro…seguramente en el sistema dopaminergico.
Me imagino a los psiquiatras asesorando a los padres; deben de sentirse como los curas, librando constantemente a sus fieles de culpa.
-No, no es su culpa, el cerebro de su hijo es el culpable, esta defectuoso.
Da igual que usted se divorcie, que esté constantemente peleando con su mujer, que su marido le pegue, que sus hijos vean cinco horas al día la televisión, se lo pasen jugando a la consola o solos en casa. No se preocupe por esto (y que nadie le haga preocuparse!): eso no le influye.
Es el cerebro: esta defectuoso.
Ese es el mensaje.
Pero alguien dijo que llegada una edad la obsesión por sacudirse la culpa de
encima se convierte en algo un poco cutre.
Y es que donde no hay responsabilidad –llamemosle culpa si prefieren- tampoco hay nada que aprender.
Si ante la depresión del adulto o los problemas del niño no tengo influencia, tampoco tengo nada que hacer. Una píldora mágica y ya tenemos, en el mejor de los casos, una solución de corta duración y un problema a largo plazo (la adicción física o psicológica).
Nos hemos dejado deslumbrar hasta tal punto por las neurociencias, que hemos pasado a responsabilizar al cerebro de todo. El es culpable de cualquier pensamiento, palabra, obra u omission. Èl y solo él.
No cabe duda; estamos perdidos en el cerebro.
Apoyándonos en una aparatesca cada vez más rimbombante y precisa pretendemos entender al hombre y no nos damos cuenta que estos artilugios no producen absolutamente ningún conocimiento. Cuando hayamos hecho zoom en todas las estructuras cerebrales y creamos haber descifrado el cerebro –suponiendo que sea posible descifrarse a si mismo- nos daremos cuenta de que estas imágenes nos dicen de la persona tanto como el código genetico. Nada.
Entonces, un tanto humillados, volveremos a recurrir –hacienda como que no nos damos cuenta - a la subjetividad.
Esa subjetividad que con tanto empeño habiamos creido poder erradicar.
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Benissera (martes, 25 noviembre 2014 12:50)
Bravo!!
Georgia a dar conferencias Ya!!!
Un abrazo!