Mal de amor

En 1621 Richard Burton, un erudito inglés, publicó bajo la rúbrica "Anatomia de la melancolia" un compedió que pretendía abarcar todas las facetas de esta afección.

 

El libro está dividido en tres partes y una de ellas está dedicada al mal de amores.

 

Burton llena seis páginas (!) disculpandose ante un lector imaginario, irritado al ver éste tema abordado en un manual que pretende ser serio.

 

Comineza citando a Erasmo de Rotterdam "el amor es para un erudito un asunto imprudente e irrisorio" para terminar defendiendo la inclusión del trastorno en el manual, por representar una parte significativa del tema que le ocupa. La melancolia.


Clasificación

 

Comienza enumerando los diferentes tipos de amor -y es sintomático del capítulo entero que no hace diferencia entre el amor en sí y el mal de amores-; para Burton son lo mismo.

 

Ahí tenemos por ejemplo al "amor heroico" (también llamado lujuria excesiva). Existen diferencias territoriales, algunos pueblos se ven más afectados que otros. Los orientales y los paises del sur son más lujuriosos. Además, hay ciudades que -por causas que Burton no concreta- destacan en este aspecto sobre el resto del mundo. Por ejemplo Valencia (!) urbs est jam tota lupanar (toda la ciudad es un burdel). Cómo puede un hombre resistir las tentaciones en un lugar así!- se pregunta el autor.

 

Etiología

¿Qué provoca el amor? ¿Qué nos hacen sucumbir a "la peor de las pasiones"?

Los ojos. Son la antesala del amor. Mirar es el primer paso...los ojos son como dos cuchillos afilados que dejan penetrar la belleza, se hunden en el corazón y agujerean el alma.

 

Fenomenología

Y como en todo manual diagnóstico moderno -pero con mucho más humor- no podía faltar una enumeración detallada de los síntomas.

 

Burton se regodea ridiculizando a los amantes...

 

La mayoría de ellos, dice, pierden la cabeza. Son tan ciegos como tontos -y ambos aspectos van unidos.

 

Se les reconoce por su palidez y la delgadez extrema (lo dicho, imposible discernir si se refiere a los enamorados o a los despechados). Algunos sudan, jadean, tiemblan...en casos extremos incluso llegan a sangrar por la nariz al escuchar el nombre de la amada.

 

Pero los síntomas más claros -prosigue- sólo se reconocen cuando los amantes están juntos...una palabra... un beso... un halago...un beso...una pregunta tonta... un beso...y cuando él ya ha exprimido su cerebro y agotado su repertorio siempre podrá volver a echar mano de besos y abrazos; son siempre bienvenidos.

Aún cuando los amantes estén fuera de sí de embelesamiento, el amor es en la mayoría de los casos una plaga y fuente de sufrimiento.

 

Melle e felle fecundissimus amor. Empédocles, el filosofo, hablaba de un amante que practicándosele la autopsia se le encontró "el corazón quemado, el higado ahumado y los pulmones secos"...el diagnóstico estaba claro.

 

Tratamiento

Y por fín lo más importante -el libro de Burton pretende ser ante todo útil-; el tratamiento.

 

"Muchos dudan de que el amor tenga remedio"-dice...

 

"facilis descensus Averni,

sed revocare gradum,

superasque evadere ad auras,

hic labor, hoc opus est"

(el descenso al infierno es fácil, lo difícil es salir).

 

El que quiera sanar del amor ha de saber que la primera regla es el ejercicio y la dieta. Entre las pócimas y las hierbas indicadas destaca el cilantro; dificulta la erección del hombre.

 

Las siguientes estrategias parecen sacadas de un manual de autoayuda:

  • intentar insuflar en los amantes una pasión semejante pero de signo contrario...decirle por ejemplo "ha muerto tu amigo" o "has perdido todos tus bienes".
  •  difamar a la amada

 

 

En penultimo lugar, no podía faltar, el suicidio; el peñon leukadiko, conocido en grecia; todo amante que se arrojaba por él sanaba al instante.

 

Pero la mejor cura, la más rápida y segura, la más infalible es -aqui hay consenso absoluto entre todos los médicos de la antigüedad- dejar que los amantes se encuentren y se entreguen a su pasión...

 

optataque gaudia carpant....



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Comentarios: 4
  • #1

    llauisset (miércoles, 21 enero 2015 07:33)

    ese tío estaba mal

  • #2

    Benissera (miércoles, 21 enero 2015 11:25)

    No he leído el libro, pero da miedo y el tío ese más!

  • #3

    juan luis (miércoles, 21 enero 2015 12:43)

    Para tratarse del s.XV, no andaba desencaminado el señor Burton !!!

  • #4

    Ramón (viernes, 23 enero 2015 00:47)

    Por la cantidad de palabras que se referían a los matices de amor, creo que los griegos fueron más agudos que quienes ordenaron, marcha atrás, las mismas letras para dar nombre a la ciudad eterna. En la actualidad se sigue usando la expresión "agapi mu" para decirle a alguien que lo quieres. Pero, en castellano, ponerle hoy a un hijo el nombre de Agapito, no solo no se comprende, sino que se opina que quien lo hace se pasa un poquito.