Ser o parecer

No me gustan los diagnósticos.

 

Apoyandose en el modelo biomédico clasifican pensamientos y conductas supuestamente anormales -aunque a menudo tan solo tabuizadas- y las incluyen bajo una rúbrica.

 

Hasta ahí todo más o menos bien: el lenguaje no hace otra cosa.

 

El problema es que automaticamente un diagnóstico pasa a ser una enfermedad y la gente no duda de su "existencia real" sin percatarse de que son construcciones socioculturales. Lo que antaño era un trastorno -como la homosexualidad considerada enfermedad mental hasta los años 70- con el tiempo pasa a ser un modo de vida.

 

Hoy quiero hablar sobre un diagnóstico sobre el que los expertos no acaban de decidirse. El tratorno de personalidad narcisista.

 

En la CIE-10 no lo encontramos entre los trastornos de personalidad consolidados sino en una categoria residual.

Una de las reticencias a la hora de considerarlo un trastorno es, supuestamente, la cantidad de la gente que lo sufre. Es una enfermedad  que va con el zeitgeist.  Y es que no sólo está muy extendido, sino que lo está entre gente con éxito social.

 

Y ese es, en mi opinión, el quid de la cuestión y el motivo de la duda.

 

 

Según la mitología Narciso era un hombre bellísimo pero egocéntrico. La ninfa Eco se enamoró de él y siendo rechazada se vengó provocando que se enamorase de su imagen.

 

Y aunque bien leido el mito hay que reconocer que Eco no carece de perversión, la imagen de Narciso mirando embelesado su reflejo en el estaque a pasado a la historia como alegoría del narcisismo patológico.

 

La personalidad narcisista se caracteriza por lo siguiente:

  1. Tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p. ej., exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, sin unos logros proporcionados).
  2. Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios.
  3. Cree que es "especial" y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) que son especiales o de alto estatus.
  4. Exige una admiración excesiva.
  5. Es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus expectativas.
  6. Es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas.
  7. Carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
  8. Frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él.
  9. Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios.


La sociedad -los valores catolicos en cabeza- está empeñada en convencernos de que gustarse demasiado es malo.

 

Y esto no es cierto. El amor propio es sano y necesario para la supervivencia.

 

Negativo es más bien lo contrarío. La falta de amor propio. Y el narcisista (perverso), lejor de quererse demasiado, no se quiere.

Se desprecia profundamente. Es una persona vacia.


Hasta ahí nada le distingue especialmente del resto de las personas, la falta de autoestima y los sentimientos de insuficiencia son cualidades muy extendidas.


El problema es de estrategia. Y eso es lo que caracteriza al narcisista (perverso); para huir y no enfrentarse a sus profundos sentimientos de insuficiencia -que le sumirían en una depresión- se dedica a menospreciar y a hundir al prójimo.


Su lema es; la derrota de mi rival (que será cualquiera que se cruce en su camino) es mi triunfo.

Además, no hay motivación tan potente como la de una persona  impulsada por el miedo a encontrarse con su vacio, con sus penas ignoradas y su insuficiencia.

Y al relacionar la caida del otro con el propio ascenso el narcisista disfruta viendo sufrir a su rival.


Los narcisitas perversos se encuentran en todas las esferas de la sociedad y su dedicación vital será hundir al prójimo. Lo mejor que uno puede hacer es alejarse de ellos/as y no dejarse embaucar en sus tejemanejes, pues su persistencia -por el motivo apuntado anteriormente- es infinita.

 

Si no le es posible alejarse de él al menos no intente una cosa: razonar o iontentar convencerle con argumentos lógicos. No hay nada que le interese menos. El narcisista se mueve en el mundo del parecer, el ser no le interesa, pues el no es nadie.


La apariencia es el mundo en el que se mueve el narcisista. Y los narcisista dominan el mundo.  Por eso la autenticidad cuenta tan poco en la sociedad. Y la apariencia tanto.


Quizás por eso toda emoción es susceptible de ser penalizada. Y por ello en el mundo laboral es importante aprender a simular.


No lo subestimen.



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