Leyendas

Decía Leopoldo Panero en "El desencanto" que hay dos versiones del pasado, la leyenda épica y la verdad. El psicoanalista Lacan hacía una diferenciación aun más precisa cuando hablaba de lo real (lo que ocurrió), lo simbólico (lo verbalizable) y lo imaginario (el espacio que queda para la fantasia).

 

Y es que el pasado nos afecta no únicamente como pasado, sino también como versión del pasado que cada uno de nosotros lleva consigo, su mitología personal.

 

Que al los padres les debemos la vida y mucho más es algo lo suficientemente machacado socialmente e interiorizado por la mayoría de nosotros como para que sea necesario hablar de ello.

 

Pero toda historia tiene un negativo, y de ese negativo sí tiene sentido hablar.

 

Y esto que parece tan sencillo resulta ser practicamente imposible de llevar a la práctica, por las consecuencias que se derivan de ello. Pues al cuestionar nuestro pasado no solo cambiar nuestra versión de él sino, también la versión de los seres que a él pertenecieron; nuestros padres, por ejemplo. 

 

Y la mayoría de los hijos vivimos aferrados a una visión idealizada de ellos o cuanto menos sesgada en positivo.

 

Mientras dependemos de ellos tiene sentido que sea así pues, por mal que nos traten, de ellos dependen nuestras vida y esto es algo que todo niño sabe intuitivamente pero.. ¿y después? Podríamos ser libres para eligir nuestra versión, incluso la naturaleza parece empujarnos hacia ello!, ¿no es el sentido de la adolescencia cuestionar a los padres?.

 

Pero siempre volvemos a ella, a la leyenda épica, pues todo nos empuja hacia allí. La sociedad solo nos ofrece una versión de la paternidad, la del padre/madre amante, solicito y que se desvive por sus hijos.

Eso es un padre.

Un hijo es, sin embargo, un ser más ambigüo, con más matices.

Los hay malos, desagradecidos y que hacen sufrir a sus padres.

 

Los Panero se hicieron leyenda a partir del Desencanto. Casi sin pretenderlo la película cuestionaba algunos de los mitos sociales inamobibles, entre otros los asociados a la familia.

Pero el Desencanto -como todo- tiene muchas lecturas y cada uno de nosotros ve lo que la venda que nos cubre los ojos nos deja ver.  Y la mayoria de las vendas solo dejan ver el positivo. Tendría que agrietarse para que pudiesemos ver también el lado oscuro.

 

Casi al final de su vida, destrozado por el sufrimiento y rematado por lla psiquiatria, Leopoldo Panero fue entrevistado por Sanchez Dragó. En un acto de crueldad sin parangon este le tira una foto de su madre y le pregunta: ¿usted mato a esta mujer?

 

No cabe duda; la venda de Sanchez Drago no tiene grietas.

 

Ni la de la mayoría. He visto casos extremos, casos en los que habría que cerrar los ojos para no ver causas, casos de maltrato infantil obvio y he visto también como la sociedad cierra los ojos (o no los abre) y sigue buscando el origen de las neurosis infantiles en los genes o en un cerebro maltrecho.

 

Es inútil buscar ahí, nuestras neurosis más profundas no vienen de dentro sino de fuera- aunque no de lejos: los conflictos del padre/madre, más o menos graves y más o menos resueltos, recaeran sobre el hijo convirtiendose en sus trastornos.

 

En la familia Panero el padre es condenado unanimamente (aunque post mortem) y el único delito de la madre parece ser su interés mórbido por las encinas. No somos responsables de nuestras locuras (aunque si de resolverlas), llegaron a nosotros cuando aun no podiamos defendernos.

Pero si lo somos de nuestros hijos.

Por suerte no todos somos padres, pero todos somos hijos. Y como hijos no podemos cambiar el pasado, solo podemos cambiar el enfoque. Y asumir las consecuencias que de este cambio se deriva.

Este acto nos haría más libres. Como individuos y como sociedad. Pero no podemos hacerlo solos, necesitamos apoyo.

Y este apoyo por desgracia no suele existir y seguramente nunca existirá pues el ser humano es cobarde por naturaleza y prefiere tomar partido por la mayoría. Aun a su costa.

 

Y el lado de la mayoría es siempre el positivo de la historia.


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Comentarios: 1
  • #1

    Ramón (sábado, 17 junio 2017 13:26)

    Gracias por las reflexiones y aportaciones. Correspondo desde mi punto de vista. A la mayoría se la suele calificar de forma peyorativa con el termino "masa". En electricidad el cable que va a masa es también el negativo. Pero, las acepciones que la RAE reúne sobre el término "positivo", es, a mi modo de ver, mucho más amplio que la forma común de entenderlo. Así, el positivismo lo entiende como lo que percibimos por los sentidos. Y los sentidos no solamente son ampliables mediante tecnologías para percibir más (infrarojo, ultra violeta,...En cada sentido infra y supra umbral), sino mejor. Pasamos así a otra dimensión no cuantitativa sino cualitativa en la que encontramos los sentimientos como algo propio, apropiado y diferente de la simple sensibilidad. ¿O no?.