Perversiones filosóficas

Kant, posiblemente el menos voluptuoso de los filósofos, definía el sexo como "el uso mutuo que las personas hacen de los órganos sexuales del otro".

 



 

Huelga decir que el pensador no estaba de acuerdo con ese "uso mutuo" ya que, como dictaba su imperativo debíamos

 



 

«Obrar de tal modo que usasemos al otro siempre como fin y nunca como medio»

 



 

Esta máxima que nos advertía, mucho antes de que el feminismo entrase en escena, de los peligros de la cosificación de las personas (también de los hombres), tenía al menos un problema: entraba en directa contradicción con su propia definición de sexualidad.

 



 

Todos los imperativos de Kant (el filósofo que se jactaba de poder ignorar el erotismo concentrándose en la belleza y que denigraba la masturbación como una forma de autoprofanación lujuriosa, más indigna aún que el suicidio, ya que este al menos requería valor) se desmoronan cuando aparece la sexualidad.

 



 

"Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal"

 



 

Pobre del masoquista que pretendiese resolver la paradoja en la que Kant le había metido con métodos lógicos. Convirtiendo su modo de obtener placer en ley universal acabaría definitivamente con su goce.

 



 

Kant no fue capaz de resolver estas contradicciones, y consecuente como era, no le quedó otro remedio que mantenerse célibe el resto de su vida. (Aunque las malas lenguas dicen que el filósofo formuló sus imperativos precisamente para no tener que enfrentarse a la vida. )

 

 

 


 

Y es que el hombre siempre ha usado el intelecto para esconder sus verdaderas motivaciones. A través de la razón puedo (intentar) justificar todas mis insuficiencias. Y son ellas, mis insficiencias y mis carencias, el origen de toda filosofía.

 


 

Y por eso los grandes perversos de la historia son los filósofos .

 


 

Tomemos si no a Kierkegaard que lleno libros y libros, de razones, a menudo oscuras e incomprensibles, solo para no tener que confesarse a si mismo, sin ambages ni intermediarios, que lo que le pasaba es que tenía miedo a la intimidad con su amada Regina.

 


 

Su "Diario de un seductor" es uno de los libros más perversos y deliciosamente absurdos que se han escrito.

 


 

Con su salto a la fe pretendió dotar de sentido a su gran fracaso amoroso. Kierkegaard murió joven y solo, como vivió.

 


 

Visto lo visto deberíamos evitar por todos los medios repetir el error de estos castos filósofos.

 


 

No permitamos que ciertas (pseudo-)filosofías de moda se inmiscuyan en nuestra intimidad. Al pensamiento nada se le ha perdido en la cama. Hay que vetarle la entrada. En el sexo, la irracionalidad domina, y así debe de ser.

 

Si nos descuidasemos, y dejasemos paso, en un momento inoportuno, a ciertos dilemas, podría suceder lo que se planteaba el gran Marc Giró:

 


 

que en plena lujuria sexual, cuando, atadas a la cama, estamos siendo felizmente cosificadas por nuestras parejas, nos preguntemos si la escena que está teniendo lugar es feminista.

 


 

Bajón asegurado.

 


 

Así que en el amor y en el sexo evitemos ser categóricos, lógicos y racionales y si es necesario echemos mano de la excepción.


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Comentarios: 1
  • #1

    Ramón (viernes, 24 agosto 2018 21:47)

    Hoy justamente he escrito algo sobre las paradojas. Y mañana devolveré el tomo 3 de la CODORNIZ en la que de vez en cuando se escribía algo simpático bajo el mismo título de uno de los filósofos que citas (Diario de un seductor) En la revista del 11 de enero de 1942 al finan de escrito del mencionado diario se puede leer (Recurro a los besos a distancia, propios de los seductores; la dama aplica el oído a la tierra a la manera india, mientras el seductor, a trescientos metros de distancia, besa ruidosamente el terreno, el cual transmite el rumor del beso, agigantado, cuyas vibraciones alcanzan el oído de la dama, produciendo un delicioso cosquilleo. Por medio del paje invito a la dama a aplicar el oído a tierra. Yo también me arrodillo y doy un beso en el suelo. Al cabo de un segundo -como se sabe, la velocidad del sonido es de unos trescientos metros por segundo- la dama advierte el cosquilleo en la oreja, experimenta una sacudida, delira, se levanta de un salto y, con el entusiasmo pintado en el rostro, monta en el caballo que yo había dejado junto a ella y se precipita a mi encuentro, cabalgando a galope tendido. Una vez más he vencido. Me envuelvo en un velo de amor y espero a la dama con los brazos abiertos. La noche nos tiende un manto de tinieblas." Este relato cómico podría considerarse paralelo al que ahora hacen algunos seductores utilizando la relación virtual que facilita la red, pero, los filósofos (hombres) como se dice vulgarmente, "se hacen la picha un lío" cuando hablan de sexo. De todas maneras disiento de lo que dices:"el hombre siempre ha usado el intelecto para esconder sus verdaderas motivaciones. A través de la razón puedo (intentar) justificar todas mis insuficiencias. Y son ellas, mis insuficiencias y mis carencias, el origen de toda filosofía." (me asombra el que uses los absolutos "SIEMPRE-TODA" y que termines tu escrito diciendo "echemos mano de la excepción") ¿En qué quedamos? Te recomendaría que leyeras algo sobre la distribución de Tracy-Widom que profundiza sobre la distribución de Gauss y afronta el tema de los sistemas complejos que no se acomodan a la anterior distribución llamada NORMAL.