Confiar es de antigüos

 

Con la aplicación Save365 ahora podremos saber en todo momento dónde se encuentran nuestros seres queridos, mientras tanto otras aplicaciones nos informarán del estado de nuestros parámetros vitales  y WCs inteligentes mandarán nuestras heces directamente al laboratorio para que puedan ser analizadas a tiempo real. 

 

Y es que, como se suele decir; confiar esta bien, pero controlar es mejor. 

 

Controlar es mejor porque elimina ese resto de incertidumbre -tan poco científico- que es la confianza. 

 

Un señor mayor me contó su gran decepción cuando viajo a Grecia por primera vez y para su sorpresa no se encontró con Sofócles sino con ciudadanos normales; ni más ni menos cultos que los españoles.

 

Está anécdota podría sonar naiv, pero no lo es más que la creencia generalizada de que el mero hecho de haber retirado la confianza a una institución que apelaba abiertamente a la fe y haberla depositado en otra que reniega de ella argumentando con la razón nos convierte a todos en poco menos que pequeños científicos.

 

Hemos confundido método y actitud.

 

Ser científico es una actitud y una forma de vida y para un verdadero científico el método estará siempre subordinado a la hipótesis. El método debe servir para falsear la teoría que es a lo máximo a lo que un científico puede aspirar. Los verdaderos científicos desconfían siempre de las teorías establecidas, pues se fijan en sus puntos débiles y siguen indagando, aun a costa del método y del paradigma.

 

Para un científico todo es cuestionable.

 

En esto el científico se parece al artista; siempre en busca de la verdad oculta es trágicamente consciente de que en el mejor de los casos conseguirá quitar una capa a esa cebolla infinita.

 

Allí donde al científico le mueve la duda, al obsesivo-compulsivo (TOC) la duda solo le sirve para persistir en comprobaciones y compulsiones repetitivas e inútiles. Porque al obsesivo más que la duda le mueve la necesidad de seguridad y el científico sabe que la seguridad no es posible (no sin pagar un alto precio).

 

Pero al igual que hay pocos artistas y muchos farsantes, hay muy pocos científicos y muchos burócratas. Y los pocos científicos que hay no los busquemos en los lugares donde oficialmente se hace ciencia. En estos lugares el régimen imperante suele ser una burocracia competitiva. 

 

Los científicos están representados por igual en todos los estratos de la sociedad y como los buenos artistas (a no que la suerte haya hecho de las suyas) se caracterizan, entre otras cosas, por la falta de reconocimiento en vida. Pues siempre serán rechazados a priori. Recordemos sino a Copernico, a Semmelweiss o a muchos otros que realmente cambiaron algo.

 

Los científicos son rechazados por aguafiestas. Dicen cosas que no encajan en el paradigma de moda, cosas que dejan en evidencia a sus compañeros enfrascados desde años en sus TOC circulares cuando no abiertamente en guerras de Egos.

 

Los verdaderos científicos dicen cosas que cambiarían cosas.

 

Y no hay nada que asuste más a un burócrata que el cambio. 

 

Lo peor de todo es que una vez eliminada la confianza e instaurado el control no hay vuelta atrás. Pues el humano solo confía allí donde es estrictamente necesario.

 

Saquen sus propias conclusiones.

 

 


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Comentarios: 1
  • #1

    Ramón (jueves, 11 julio 2019 23:24)

    Conclusión tiene en su raíz latina claudere (cerrar). Y en griego equivale a "epi-logo", pero el método científico está abierto a otras explicaciones mejores, y tiene más de pro-logo que de epí-logo. Me gusta el logo de la UNED (Omnibus mobilibus, mobilior sapientia)