El tiempo perdido

 

01.01.2020. Denia, torre del Gerro.

 

 

 

Mientras me como una naranja y disfruto de la increible vista constato que no soy la única que ha decidido saludar al año desde las alturas. La gente llega jadeando a la cima lo cual no les impide desarrollar todo un ritual de mediciones y comprobaciones; pulsaciones, tiempo transcurrido, calorias consumidas, pasos dados....

 

 

 

Hecho esto ya solo queda hacerse un selfie para dejar constancia de que realmente he estado aquí.

 

 

 

Me doy cuenta de que esto es la normalidad y yo el anacronismo.

 

 

 

La tecnología ha entrado en nuestras vidas para quedarse. Mis esperanzas de que en algún momento una ola de rebeldía provocase un rechazo masivo seguido de una renuncia en masa al móvil (ahora smartphone) se ha visto frustrada. Ya no hay vuelta atrás. Y si bien no me atrevería a afirmar que el problema sea la falta de conciencia de la tirania de la tecnología (que se remonta a los tiempos en que "decidimos" ponernos un reloj en la muñeca) si parece que se acepta esta tirania como quien aceptó en su momento que la tierra es redonda; como algo ineludible.

 

 

 

Y paralelamente a esta aceptación va desapareciendo la conciencia de lo que hemos perdido. Quién valora hoy la tranquilidad de saberte solo, si el precio es renunciar a la seguridad de estar localizable (y sobre todo poder localizar a los demás), para qué leer un libro sabiendo que llevamos un diccionario a cuestas, cómo apreciar perderse pudiendo saber siempre donde estamos, como aventurarnos a entrar en un local cualquiera si tripadvisor puede decidir por nosotros, que sentido podría tener renunciar a la tentación de hacer participe a todo el mundo de lo que hago en todo momento, para qué fiarme de mi cuerpo si puedo comprobar sus parámetros vitales.....

 


Finalmente con tanta información y comunicación va quedando pco espacio para mi. Pero de alguna manera intuimos que renunciar a todos esos datos y comunicaciones no puede ser bueno. Podriamos descubrir que si falta la mirada ajena se desvanece la motivación hacía la mayoría de las cosas que hago voluntariamente.

 

 

 

Y asi poco a poco mi vida subjetiva va dejando paso a un vacio y todo va consistiendo en exhibición y comprobación, que es lo que la tecnología nos ofrece (además, huelga decirlo, de la posibilidad de comunicarnos cuando es necesario, no todo va a ser malo).

 

 

 

Y comprobando y exhibiendo puede ser que algún día me de cuenta de que he renunciado a vivir, a Ser, a costa de existir y aparentar.

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Comentarios: 1
  • #1

    Emilia (martes, 07 enero 2020 12:27)

    Si la verdad nos hemos convertido en unos adictos a el smartphone.
    En realidad todos los excesos nos perjudican yo intento desconectarme de el y conectarme a la vida siempre que m doy cuenta.���