Los sueños

Como decía Calderón, todos soñamos y soñamos lo que somos, aunque ninguno lo entienda.

 

Los científicos han intentado arrancarles a los sueños el misterio, como le van arrancando poco a poco a la naturaleza todos sus secretos, negándoles todo significado. En los laboratorios del sueño ya nadie se interesa por su contenido. Lo único relevante es la actividad cerebral. Si uno quiere saber porqué no puede dormir, que no acuda a un laboratorio del sueño pues allí no encontrará la respuesta.

El método de negar a los fenómenos intangibles su significado es antigüo. Con él los científicos evitan enfrentarse a las preguntas más incómodas, que son siempre las más interesantes.

Y cuando alguién osa a dedicarles atención a estos fenómenos, la ciencia les expulsa de la comunidad tachándoles de esotéricos.

 

Esto es lo que algunos científicos rigurosos, muchos de ellos con total desconocimiento de su obra, piensan de Freud, que con sus teorías peregrinas no era digno de pertenecer a la comunidad científica. Sin embargo, precisamente el mayor mérito de Freud, que era un científico sensu stricto (y no un burócrata de universidad, que es lo que son la mayoría de los científicos en la actualidad) fue el de no retirar la mirada ante preguntas para las cuales la ciencia no contaba con una metodología adecuada.

 

Para Freud los sueños eran más que simples pedos del cerebro.

 

De Freud se dice que inflingió a la humanidad, que siempre se tuvo en alta estima, la tercera humillación. La primera fue la de Galileo; la tierra no es el centro del universo, la segunda la de Darwin; no somos más que una prolongación de otras especies y la tercera la de Freud: no somos dueños en nuestra propia casa.

 

No nos comprendemos y no es la razón la que (di)rige nuestra vida.

 

A parte de la razón hay otras instancias en nuestra mente, a una de ellas Freud la llamó inconsciente (el ello, nuestra parte más egoista y salvaje) y además está la voz de la conciencia (superyo), que es la interiorización de nuestra educación. Nuestro libre albedrio esta condionado por estas dos instancias, casi siempre en conflicto.

 

La sociedad nos empuja fuertemente hacia la capitulación del ello y son cada vez más los que se rinden y acaban identificandose completamente con los valores morales que rigen la sociedad, es decir con el superyo. Es el mecanismo que Freud llamó "identificación con el agresor", responsable de que la perpetuación del poder a traves de las generaciones.


Capitular significa renunciar a lo más personal y genuino y la vida se vuelve opaca y aburrida una vez identificados con el poder opresor (como hay que ser). Y es por eso que estos moralistas, que han matado a su ello, no pueden soportar el goce ajeno. Los ellos sueltos.

 

Pero de noche, el superyo duerme y los moralistas sueñan. Y sus sueños están hechos del material que rechazan de día. Liberados, por fin, de la presión social, los moralistas se convierten en los heroes, asesinos, racistas, discriminadores, egoistas, machistas o hembras cosificadas que no pueden ser de día.

 

Han convertido sus vidas en los sueños de los científicos y sus sueños...sueños son.

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