Diario de una pandemia: El principio de incertidumbre

 

"La realidad es tan poco visible como el aire que respiramos"

R. Musil

 

El principio de incertidumbre de Heisenberg establece que es imposible conocer simultáneamente la posición y la velocidad del electrón, y, por tanto, es imposible determinar su trayectoria.

 

 

 

Aplicado a los sistemas humanos esto significa que uno no puede observar un acontecimiento y describirlo ni predecirlo con precisión, pues al observarlo esta influyendo en él.

 

 

 

Con respecto a la pandemia actual, esto se traduce en que todas las predicciones que hacemos, incluida la más candente, es decir, la saturación de los hospitales, se están viendo influidas por la información que difundimos y las mismas predicciones que hacemos (esa famosa gráfica de dos campanas de Gauss superpuestas).

 

 

 

Nunca sabremos a ciencia cierta, ni siquiera en el supuesto de que haya países que tomen medidas distintas, pues la información fluye entre los países y el miedo se transmite a través de los móviles, como hubiese evolucionado la pandemia si no hubiese habido tanta información alarmante y de no haberse tomado ciertas medidas. No lo sabremos.

 

 

 

De momento observamos un fenómeno curioso y es que la pandemia parece afectar más a los paises ricos, que son también los más movilizados y los que más informan.

 

 

 

Por todo esto, la ola de odio que se va generando hacia aquellos que "inclumplen" las medidas no esta justificada pues posiblemente ellos no sean el factor más influyente en la evolución de la pandemia. Aunque si el más visible.

 

 

 

Otra de las características de los sistemas vivos es que aprenden y evolucionan.

 

Esto significa que de ninguna manera el mundo que nos vamos a encontrar cuando esto acabe, suponiendo que esto acabe en algún momento, va a ser el mismo que dejamos cuando comenzó la catastrofe. Los efectos psicológicos del encierro -que son conocidos desde hace mucho tiempo- no van a desaparecer, los odios que se están generando (fundamentalmente contra aquellos que buscan grietas de libertad o hacia el extranjero como transmisor) no van a desaparecer, las desconfianzas entre los estados, que se atribuyen la génesis del virus mutuamente, no van a desaparecer, el miedo al otro y a los gérmenes no van a desaparecer, la tendencia a amonestar al otro no va a desaparecer y alguna gente no va a poder volver a sus trabajos porque estos si habrán desaparecido.

 

 

 

El ser humano cuando se ve sobrepasado por las circunstancias tiende a aumentar las medidas de control. Francis Bacon, el filósofo, decía ya en el siglo dieciocho que "la naturaleza (y el virus forma parte de ella), ha de ser acosada en sus vagabundeos..., sometida y obligada a servir....esclavizada. Torturada hasta arrancarle sus secretos".

 

La ciencia y su metodología sirven a este propósito; someter a la naturaleza, introducirla en nuestros esquemas rígidos para hacer predicciones y protegernos de ella. Para anularla. Pero la naturaleza, como bien sabían los románticos, siempre vence, porque ella siempre encuentra grietas.

 

 

 

Y tenemos que contar con la posibilidad, decía ayer Ignatius Farray, de que mientras estamos todos concentrados mirando a un lado, el peligro nos adelante por la derecha. Si fuesemos capaces de aprender de la historia sabriamos que si bien la naturaleza es peligrosa para el hombre, el hombre no lo es menos y en masacres humanas llevamos ventaja.

 

 


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