El humor en tiempos correctos

El humor, como el arte, puede definirse desde el plano psicológico como un mecanismo de defensa ante una situación en la que no se perciben posibilidades de acción directa. Emerge como válvula de escape a la parálisis y se caracteriza por el momento liberador ya sea en forma de carcajada, risa como simplemente como repentina percepción de una contradicción que, no pudiendo ser resuelta, provoca una catarsis.

 

El humor es una forma de sublimación de impulsos violentos o rebeldes una forma de lidiar con lo inexplicable, de encajar lo incoherente. 

 

Para que el humor provoque ese efecto liberador que llamamos risa tiene que ser auténtico, lo cual significa entre otras cosas que tiene que elegir bien su objetivo. La buena elección no le asegura el éxito pero sin ella el fracaso está asegurado. Además el humor tiene que ser insobornable y guiarse únicamente por criterios intrínsecos.

El humor es pues un proceso complejo y cuando falla algo en lugar del humor aparecen sus "falsos amigos"; el humor blanco, la sorna o la burla por ejemplo. El humor blanco suele fallar por haber sucumbido a la corrección política; provocar el momento catártico sin ofender a nadie es complicado. 

 

En la burla se ha abandonado el terreno de la sublimación, a menudo por falta de imaginación (el humor es un arte), para entrar en el terreno de la agresión (verbal). Es por ello que la burla provoca en el burlado impulsos violentos.

El humor es un refugio cotidiano al sinsentido de la vida. Pero últimamente ocurre una cosa curiosa y es que, a pesar de que el sinsentido es cada vez más obvio y las posibilidades de acción directa son cada vez más reducidas, el humor tiene cada vez menos gracia.

 

El motivo podría ser que -salvando escasísimas excepciones- los humoristas hayan olvidado que en el humor no todo vale (y no estoy hablando de ese falso debate sobre los límites del humor).

 

Uno de los enemigos del humor es la habituación (por saturación); ¿a alguien le siguen haciendo gracia a estas alturas los chistes sobre Trump? ¿o sobre el partido político contrario? En la mayoría de estos casos, el humor ha dejado de ser humor para convertirse en sorna y la sorna cansa.

 

Por otra parte ocurre que a menudo es demasiado obvio que el objeto de la broma, chiste o "meme" es un chivo expiatorio que desvia la atención del verdadero objetivo. Se ha desviado la desviación. Y esto la gente lo percibe y aunque se esfuerza por fingir risa (aquí existe un consenso tácito) lo que le sale no es una risa catártica sino histérica. Y es que, como observaba Celine en su viaje, detrás de esa apariencia inocua del público se esconden ganas de matar (recordemos que el humor es sublimación), pero en este caso ganas de matar al blanco equivocado. Se esta errando el tiro y nuestro subconsciente (que es más listo que nosotros) lo percibe. ¿Miguel Bose? ¿en serio alguien piensa que es él el verdadero responsable de su frustración? En casos como este la sorna ha dejado paso al escarnio.

 

La sorna es el humor de los cobardes (que ya no se atreven a reirse de los que tienen poder) pero la cobardia en el humor tiene un precio. No un precio oficial ni social, al revés, si eres políticamente correcto y te ries de quien tienes (puedes) que reirte te darán trabajo y reconocimiento. 

 

El precio de la cobardia en el humor es mas grave, la ausencia de humor.

 

¿Será esto lo que esta sucediendo?

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