Del pedernal al Chatgpt

Desde que el hombre descubrió que frotando dos piedras podía controlar el fuego, la humanidad no ha cesado de desarrollar herramientas para someter a la naturaleza. Y como el poder siempre reclama más poder llegó un punto en el que el hombre se dejo de tonterias y quiso convertirse en Dios.

 

Para ser Dios no le bastaba con dominar la naturaleza, tenía que parir su propia criatura.

Ahí la tenemos, ha nacido el hijo del hombre: el Chatgpt.

 

„“Modelamos nuestras herramientas y estas nos modelan a nosotros“ decía McLuhan allá por los 60 en su obra „Comprender los medios de comunicación“- las extensiones del ser humano.

 

En poco tiempo el libro se convirtió en Bestseller y McLuhan en poco menos que un gurú„

 

„El medio es el mensaje“, decía y terminaba de un plumazo con la creencia optimista a la que seguimos aferrados de que pudiesemos controlar la tecnología controlando nuestra relación con ella.

 

„Depende de como la utilices“ decimos, en nuestra ilusión, obviando la dimensión social de esta y su poder de transformar la sociedad obligándonos finalmente a utilizarla de una manera determinada y a adaptar nuestras necesidades naturales a los mecanismos de la máquina.

 

Kubrick, en su visionaria 2001, planteaba la posibilidad de un mundo en el que las máquinas se humanizaban, es decir, comenzaban a sentir y a tomar decisiones libremente, al tiempo que el ser humano perdía estas facultades, la primeras por parecerle innecesarias, la segunda por haberla delegado en la máquina. En la cosmogonía de Kubrick no es la máquina la extensión del humano sino al revés; la única función del humano en ese punto de la evolución es la de apretar botones mientras vuela a gran velocidad no se sabe a dónde ni para qué (en la película es HAL, la IA, el único que conoce el fin de la misión).

 

Magnifica metáfora.

 

Hoy, fascinados con nuestra creacion, el Chatgpt, el hijo listo capaz de hacer tantas cosas que en pocos años dejará sin trabajo a media humanidad (aunque este probablemente no sea el peor de los males), nos hemos olvidado de un pequeño detalle en el que no estaría mal volver a pensar….

 

 

 

¿En qué nos estamos convirtiéndo?


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