
El 12 de Septiembre del 2008 el escritor Foster Wallece decidió ahorcarse. Tenía 46 años y en su novela "La broma infinita" retrataba una sociedad en la que la gente moría por sobredosis de entretenimiento. Una sociedad absurda.
Es un lugar común que pensar en positivo le hace a uno no sólo socialmente atractivo sino también más sano. Y sin embargo la lista de cómicos que se suicidan es llamativamente larga. Por el contrario, ninguno de los grandes pesimistas se suicidaron: ni Shopenhauer, ni Cioran, ni Kafka, ni Leopardi, ni Becket... Es un dato curioso sobre el que vale la pena reflexionar; la relación que existe entre el absurdo, la locura, la risa, las lágrimas o la decisión de quitarse la vida. Probablemente se trate de un continuo, James Joyce ya hablaba de las carcágrimas.
Matthew Bevis decía que la criatura humana considera su propia animalidad o bien inaceptable o bien graciosa. Esa extraña combinación entre cuerpo y espiritu, entre lo vulgar y lo elevado lleva implicita la comedia. Algunas teorías sobre el humor ven en esta aparente contradicción irreconciliable el origen del humor (y del absurdo); el sinsentido de nuestra condición y nuestra búsqueda incansable de él, los cielos a los que nos elevamos y lo irremediable de la muerte.

Las teorías del desarrollo infantil han creido ver una progresión desde la sonrisa vinculante hasta la sorna. El orden propuesto sería: la sonrisa primaria, la de cohibicion, la risa de alegria, la risa ante una situacion cómica, la risa en grupo, la risa agresiva contra un extraño y la "schadenfreude". Probablemente el sentido de todas ellas es el de superviviencia. Con la risa ante una situación cómica el nino empieza a percibir el absurdo. Es una risa particular (algunos lloran en vez de reir).
El humor no ha sido precisamente la materia favorita de los investigadores serios pero muchos de los grandes pensadores le han dedicado al menos unas lineas.
"El humor es la percepción de una incongruencia, una gran expectativa que resulta en....nada", decía Kant. Para Freud la risa cumple una función catártica, el levantamiento de la represión cotidiana por unos instantes nos hace descargar tensiones y esta descarga seria la risa. Bergson pensaba que para que una situación pudiese ser percibida como cómica era necesaria una anestesia momentanea del corazón, una distancia de las emociones. Cuando no es posible tomar distancia (por ejemplo cuando se trata de reirnos de nosotros mismos) la risa no se produce e incluso pueden aparecer emociones muy distintas que van desde perplejidad ("no se de que se rien") hasta vergüenza, rabia o incluso suicidio (ante lo que percibimos como una humillación inasumible).

Decíamos que todo esto parece remitir a la conciencia de una incongruencia irreconciliable y constitutiva de la naturaleza humana. La mayoría de los pensadores y científicos no han encontrado este hecho gracioso sino inasumible y han dedicado su vida y obra a escribir tratados sistemáticos para intentar erradicarla. Guillian Rose escribe sobre la "Fenomenologia del espiritu" de Hegel que se trata de una "incesante comedia, según la cual nuestros propositos y los resultados que obtenemos nunca encajan, con lo que se genera un nuevo proposito, se actua y se obtiene otro resultado discordante". Esta condición trágica del ser humano la expresaba Durero en su famoso cuadro Melancolia. Al final la vida se resiste a todo sistema.
Con respecto a los actos absurdos del ser humano, quizás el más absurdo de todos sea la guerra. Karl Kraus en su sátira "Los últimos dias de la humanidad", obra pensada para ser representada en Marte, decía que "no solo de pan vive el hombre, necesita tambien hacer la guerra para no tenerlo".
Y si hablamos del absurdo y del humor como cualidades exclusivamente humana no deberíamos obviar una tercera, humana, demasiado humana: el lenguaje. El lenguaje, que ya nace como una copia imperfecta de la realidad, se disocia aun más de esta (volviendose más absurda) cuando en lugar de, al menos intentar servir a la verdad se pone al servicio de la mentira, o de la causa, que para el caso es lo mismo. "Serbien muss sterbien"* gritaba la ingeniosa muchedumbre poco antes de aquella primera "santa guera defensiva".
Y es que tal como decía Kraus la guerra convierte el mundo en un jardín de infancia dónde siempre "ha empezado el otro" y en la que "uno se enorgullece de lo que en el otro denuncia como la peor vileza imaginable". La guerra es también la muerte del lenguaje y por ello en paralelo a la guerra aparecio el dadaismo. Hoy tenemos a Miguel Noguera que, desde una distancia que nadie sabe como ha tomado se dedica a analizar el absurdo humano haciendonos reir a carcajadas.
Desde luego que el material no se le acabará nunca.

Otra de las teoría sobre el humor es la llamada teoría de la superioridad. "Todo humor surge en el fondo con la intencion de humillar e implica una especie de camaraderia o complicidad con todos aquellos que comparten los puntos de vista despectivos", decía Bergson. Esta teoría ya era sostenida por los antiguos griegos, por ejemplo Platón en el Filebo y los alemanes, tan verbales, tienen una palabra para referirse a él: Schadenfreude. Nos reimos de alguien que tropieza (o de los conspiranoicos) porque sentimos alivio de "no ser nosotros los que están en esa frágil posición".
Se dice, aunque pienso que exagerar, que hay gente que carece de humor.
No son capaces de tomar distancia y percibir las incongruencias del mundo o las suyas propias. Son los inflexibles (que no por ello necesariamente más infelices). Sando Ferenzi sostenía que reirse era una distensión de la represión y que lo que nos produce risa es tomar conciencia de la transgresión. Por ello, un individuo totamente bondadoso no se reiría, pues no albergaría sentimientos dignos de reprimir. Tampoco lo haría uno completamente malvado, o poderoso, lo cual a efectos prácticos es lo mismo, pues como para él no rigen las leyes tampoco existe la transgresión. Quizás por eso Dios no se rie.
Las altas esferas de poder suelen carecer de humor, no pueden permitir que se rían de ellos, pues saben del poder subversivo del humor. En occidente a día de hoy es significativamente menos sacrílego reirse de la iglesia que de la ciencia (aplicada). El último que se rió abiertamente de ella fue Alfred Jarry con su patafísica esa fantaciencia, de la curiosidad, la imaginación, el absurdo, el grotesco, del cinismo y de la excepción, tan injustamente olvidada.
Hoy el que ose reirse de la ciencia (y de cualquier poder real) se verá inmediatamente desprestigiado. Por eso, si andas un poco perdido entre tanto caos y no sabes dónde está el poder mira a ver de quien no te puedes reir,puede que te sorprendas.

Mila Kundera (El libro de la risa y el olvido) decía que hay dos tipos de miradas al mundo: la angelical y la demoniaca. El ángel ve el mundo ordenado, armonioso y cargado de sentido. Es la mirada del progreso. Del todo irá bien y seremos cada vez mejores personas. Kundera dice que esta mirada angelical consiste en la negación de la mierda. La mirada demoniaca, sin embargo, esta llena de esta mierda y como todas las emociones fuertes amenaza con dejar al descubierto las mentiras del sistema. Por eso la verdadera carcajada debe ser contenida y sustituida por humores más blancos.
Y terminemos con la locura. Peter Berger decia en su libro, Risa Redentora, que la locura, como tambien la religión y la magia parecen satisfacer algunas necesidades muy arraigadas de las sociedades humanas como la infracción de los tabues, mofa de las autoridades y símbolos sagrados y profanos, inversión del lenguaje y las acciones y una obscenidad omnipresente.
En el carnaval, quizas el equivalente a las bacanales dionisiacas, el orden imperante quedaba invertido por un tiempo....para volver enseguida a la normalidad.
Hoy los carnavales no son más que espectáculos. Se rumorea que ya no hay locura. Al contrario; estamos más locos que nunca. O queremos estarlo. Las listas de espera de psicólogos diagnósticando neurodiversidades es interminable. Hoy todo el mundo es neurodiverso (obviamente) y está esperando impacientemente a pasar a engrosar la lista de enfermos mentales. Paradojicamente no es locura lo que buscan sino normalidad, o mejor dicho: aceptación. Por eso entran en ese dilema (absurdo) de querer un trastorno y su correspondiente droga, pero no su estigma.
El verdadero loco que, como el bufón de la corte que tenia el privilegio de poder decir la verdad, no es tan frecuente (como los neurodiversos) y siempre será estigmatizado. Hoy nos reimos de él por sus abstrusas teorías como antes nos reiamos del aparente sinsentido de los actos de Don Quijote. Nos reimos porque al prestar demasiada atención a los detalles se nos escapa el mensaje que no es otro que este:
¡nos quieren vender la moto!

Ignacio Castro, en un articulo sobre Gaza, se preguntaba si quizás "todas nuestras iniciativas críticas, radicales y culturales están destinadas a ejercer de comparsa, de bufón de la corte global, sirviendo de coartada alternativa "humanista" a una mayoría social y gubernamental genocida."
¿Será que en nuestra sociedad actual la verdad es la locura? ¿Será que siempre fue así?
Sea como sea, reirse parece ser la mejor de las soluciones posibles pues como decia Laurence Sterne, en el "Tristran Schandy"; "la risa produce que mediante elevaciones y depresiones mas frecuentes y mas convulsivas del diafragma y tambien mediante las sacudidas que reciben los músculos intercostales y abdominales al reir, la bilis y demas jugos amargos, pasen junto con el resto de las pasiones hostiles de estos órganos pasen de la vesicula bilial del higado y del pancreas de los subditos de su majestad a sus respectivos duodenos"
Pero cuidado con pasarnos de graciosos, la distancia de las emociones, o como decia Bergson, la anestesia del corazón, podría dejárnoslo insensible para siempre y entonces podriamos terminar sucidándonos, como algunos cómicos.
Al contrario de lo que queremos creer, las tragedias y los traumas no se superan (solo) con humor sino (también) con duelo. Y no todo se supera. Tampoco el absurdo. Por eso la risa.
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